Después de Juan Pablo II en 1984, en 1987 y en el 2002, el Papa Francisco pisará suelo canadiense, especialmente las tierras autóctonas, del 24 al 20 de julio. Es un viaje histórico, una peregrinación penitencial para encontrarse con las comunidades traumatizadas por décadas de asimilación, aculturación y discriminación. Reflexiones del presidente de la Conferencia episcopal canadiense, monseñor Raymond Poisson