El Papa convoca por sorpresa la primera asamblea eclesial mundial de la historia
Todos los estados de vida Un giro inesperado a la reforma del Vaticano II Superar el clericalismo Más de tres años de preparación Asambleas continentales de evaluación Temas calientes Hasta junio 2025 para entregar conclusiones  ¿Qué autoridad? La noticia ha pasado casi desapercibida, ofuscada por el interés de los medios de  información por la salud […]

Todos los estados de vida

Un giro inesperado a la reforma del Vaticano II

Superar el clericalismo

Más de tres años de preparación

Asambleas continentales de evaluación

Temas calientes

Hasta junio 2025 para entregar conclusiones 

¿Qué autoridad?

La noticia ha pasado casi desapercibida, ofuscada por el interés de los medios de  información por la salud del Papa. El pasado 11 de marzo, desde su cama del hospital Gemelli, Francisco convocaba oficialmente una asamblea eclesial mundial para 2028, iniciativa sin precedentes en la historia de la Iglesia.

Todos los estados de vida

Nunca se ha celebrado una reunión de representantes de todos los estados de vida dentro de la Iglesia –obispos, sacerdotes, religiosos, y laicos–. ​

El Sínodo de los Obispos sobre la sinodalidad, concluido en octubre de 2024, fue algo diferente. Tuvo un carácter de asamblea episcopal, a pesar de que introdujo una novedad significativa al incluir, por primera vez, a miembros no obispos con derecho a voto.

Para comprender el impacto que puede tener el anuncio puede ayudar recordar que España vivió ya una asamblea eclesial, aunque de características diferentes. Se trató de la Asamblea Conjunta de Obispos y Sacerdotes de 1971, un evento que tuvo una importancia decisiva para la comunidad eclesial y la sociedad española del tardofranquismo, en el contexto de la aplicación del Concilio Vaticano II.

Un giro inesperado a la reforma del Vaticano II

Con esta decisión, el obispo de Roma imprime un giro inesperado a la dinámica establecida tras el Concilio Vaticano II por Pablo VI, quien en 1965 estableció la celebración de sínodos de los obispos sobre un tema particular, generalmente cada tres años.

Ese mecanismo ha tenido que afrontar un serio problema: los sínodos culminaban con un documento redactado por el Papa a partir de propuestas surgidas en el Sínodo, la así llamada exhortación apostólica. Ahora bien, la convocación del Sínodo sucesivo con frecuencia generaba nuevas expectativas y debates. De este modo, se ha corrido repetidamente el riesgo de convertir los documentos de los sínodos en papel mojado: maravillosos programas que luego no se aplican.

El Papa Francisco no quiere que esto suceda con el Sínodo sobre la sinodalidad, que ha sido uno de los proyectos más importantes de todo su pontificado.

Superar el clericalismo

Ahora ya no convoca un nuevo sínodo. En su sustitución, ha ideado una cumbre eclesial que tiene un objetivo muy concreto: promover la participación activa de todo el Pueblo de Dios en la misión de la Iglesia. Simplificando, podemos decir que lo que se busca es superar el clericalismo.

La Iglesia no puede ser reducida al clero (obispos y sacerdotes), ni tampoco a sus  religiosas y religiosos. La Iglesia son todos los bautizados, en la que los laicos son protagonistas.

Esta nueva visión, como reconoce el cardenal Mario Grech, secretario general del Sínodo, exige una “conversión”, en particular, la superación del clericalismo, que en la historia ha tenido una gran influencia. Por este motivo, no basta con que el Papa haya adoptado y promulgado el documento final del Sínodo sobre la Sinodalidad. Ahora ese documento debe ser “recibido” y aplicado en todas las diócesis del mundo y en todos los ámbitos, penetrando así en el corazón de los bautizados.

Hay otro riesgo que el Papa argentino busca evitar: la posibilidad de que, en esta aplicación de la sinodalidad, cada diócesis, cada parroquia, cada comunidad… vaya por libre. “El objetivo es que la implementación no se realice de manera aislada, como si cada diócesis fuera una entidad en sí misma, sino que se fortalezcan los vínculos entre las Iglesias a nivel nacional, regional y continental” aclara el cardenal Grech, originario de Malta.

Más de tres años de preparación

Según establece el mismo purpurado en una carta enviada a todos los obispos del mundo, el pistoletazo de salida de la preparación de la asamblea eclesial se lanzará en mayo de 2025, con la publicación del documento que planteará indicaciones para la aplicación de la sinodalidad.

El resto del año 2025 y todo el año 2026 se dedicarán al trabajo de preparación de la asamblea eclesial a nivel diocesano.

Según ha indicado el secretario del Sínodo en una entrevista concedida a Vatican News, “se trata de permitir a los responsables de las Iglesias y a los equipos sinodales llevar adelante un diálogo con el resto del Pueblo de Dios sobre los contenidos surgidos del camino sinodal en su totalidad, para que este camino se adapte a la propia cultura y tradición”.

Cardenal Mario Grech, Secretario General del Sínodo.

Asambleas continentales de evaluación

La preparación continuará el primer semestre de 2027, con asambleas diocesanas de evaluación de la aplicación de la sinodalidad; mientras que en el segundo semestre de ese mismo año se celebrarán las asambleas de evaluación en las conferencias episcopales nacionales e internacionales y en otras agrupaciones eclesiales.

Para el primer semestre de 2028 se han programado asambleas continentales de evaluación. En junio de ese año, se publicará el documento de trabajo (Instrumentum laboris) de la asamblea eclesial de octubre de 2028, que obviamente tendrá lugar en el Vaticano.

Temas calientes

Es importante tener en cuenta que, para el Papa, esta asamblea no es un foro para discutir sobre cualquier tema de debate, como podría ser el celibato de los sacerdotes o la ordenación sacerdotal de mujeres. La metodología busca centrar las sesiones de la asamblea en la vivencia de la sinodalidad, argumento sobre el que ha reflexionado la Iglesia gracias al sínodo de los obispos entre 2021 y 2024.

Por este motivo, el Papa ha establecido que los temas de debate no sean argumentos de la asamblea, sino que sean afrontados por diez “grupos de estudio”, que puedan contar con la contribución de auténticos expertos en la materia.

Un grupo de estudio está analizando la cuestión “del posible acceso de las mujeres al diaconado” o la de “un mayor reconocimiento y valoración a la aportación de las mujeres” en la Iglesia.

Hasta junio 2025 para entregar conclusiones 

Otros de los grupos de estudio, creados en febrero de 2024, afrontan argumentos como la “escucha del grito de los pobres”, “la misión en el espacio digital”, la revisión de los programas de formación de los seminaristas, la relación entre obispos, religiosos y comunidades eclesiales; los criterios de selección de los obispos; el papel de los nuncios apostólicos; cuestiones éticas controvertidas; y la aplicación del ecumenismo.

El Papa había dado de plazo hasta junio de 2025 a estos grupos de trabajo para que entreguen sus conclusiones. El cardenal Grech revela que “algunos de los grupos deberían poder cumplir este plazo. Otros, por el contrario, pueden necesitar más tiempo, pero aun así entregarán un informe provisional sobre su trabajo a finales de junio”.

¿Qué autoridad?

Una asamblea eclesial no tiene autoridad legislativa (algo propio de un concilio ecuménico ratificado por el Papa), ni autoridad deliberativa (atribución que el Papa pude adjudicar a un sínodo de los obispos).  Su función es consultiva y orientadora. Servirá para recoger los frutos de aplicación de la sinodalidad, madurados en las Iglesias locales, y de este modo ofrecer al Papa elementos para su discernimiento como sucesor de Pedro, con perspectivas que proponer a toda la Iglesia.

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