San Juan Pablo II había previsto que las formas más graves de violación de la vida de los más débiles no eran más que la expresión de una idea perversa de la libertad, que convierte el crimen en ley, afirma Gabriella Gambino, subsecretaria del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida. Subraya que ha llegado el momento de que la Iglesia construya una verdadera Pastoral de la Vida Humana.