El arzobispo de Yangon y presidente de los obispos de Myanmar se encontraba en su automóvil en el momento del dramático temblor: «Vimos abrirse enormes cráteres en la carretera. la gente huía en busca de seguridad. Fue un momento de miedo para todos». El llamamiento para que la ayuda humanitaria llegue pronto a la población y para que cesen las hostilidades en curso. La cercanía del Papa, «un bálsamo de consuelo para la gente»