El superior general de los jesuitas en una carta de pésame por la muerte del Pontífice escribe: con nuestros hermanos «insistía siempre en la importancia de reservar en nuestra vida de misión un espacio suficiente para la oración y la atención a la experiencia espiritual». Una atención constante y discreta a la Compañía, invitada a dejarse «conmover por el Señor clavado en la cruz»