El funeral de Francisco, su último gran acto de diplomacia evangélica
Trump y compañía Ejercicios de diplomacia española Parejas que no pegan ni con cola Dos grandes ausentes, Putin y Xi Jinping El precedente de Juan Pablo II La diplomacia del Evangelio “Se ve que estamos predicando el Evangelio” El pontífice congregará en sus exequias en la Plaza de San Pedro a grandes líderes del planeta, […]

Trump y compañía

Ejercicios de diplomacia española

Parejas que no pegan ni con cola

Dos grandes ausentes, Putin y Xi Jinping

El precedente de Juan Pablo II

La diplomacia del Evangelio

“Se ve que estamos predicando el Evangelio”

El pontífice congregará en sus exequias en la Plaza de San Pedro a grandes líderes del planeta, en ocasiones auténticos enemigos jurados. Desde Trump a Zelenski, hasta los representantes de Israel y Palestina. Una satisfacción póstuma para el Papa que tanto les desafío.

Desde el Cielo desplegará esa sonrisa satisfecha, algo socarrona, que en ocasiones le dibujaba su rostro. Si hay alguien que se sentirá feliz en el funeral de Francisco este próximo sábado será él mismo, al ver reunidos en la plaza de San Pedro a enemigos jurados, a quienes con frecuencia dio buenos dolores de cabeza.

Trump y compañía

Sentados en el atrio que da acceso a la Basílica vaticana, a pocos metros de distancia, se encontrarán todo tipo de personajes. Entre los primeros que confirmaron su participación, destaca Donald Trump, acompañado de la primera dama, Melania, católica. La relación entre ambos nunca fue fácil.

Será interesante ver cómo, en ese momento, será el saludo que Trump dirigirá a la detestada presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. ¿Ignorará esta vez a quien siempre ha ignorado, el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres?

Otro momento curioso tendrá lugar cuando Trump estreche la mano a Volodímir Zelenski, quien asistirá a las exequias acompañado por su esposa Olena Zelenska. Hay máxima  expectativa en Roma para saber cómo se vestirá de luto en esta ocasión el presidente ucranio.

Ejercicios de diplomacia española

El funeral del Papa servirá para ser testigos del cruce de saludos entre el presidente de Argentina, Javier Milei, acompañado por su hermana Karina Milei, y las vicepresidentas del gobierno español, María Jesús Montero y Yolanda Díaz.

El mismo Francisco se sentirá satisfecho al ver cómo vienen a Roma juntos el ministro de la Presidencia de España, Félix Bolaños, y el líder de la oposición Alberto Núñez Feijóo.

Las más altas autoridades de los Estados Europeos estarán presentes a su más alto nivel, comenzando por España, con la presencia de los reyes Felipe VI y Letizia, así como la reina emérita Sofía; mientras que el Reino Unido será representado por el príncipe William, en representación del rey Carlos III (quien pudo visitar al Papa poco antes de fallecer), y por el primer ministro Keir Starmer.

Parejas que no pegan ni con cola

Será interesante ver el intercambio de saludos entre el presidente francés Emmanuel Macron y el presidente polaco de posiciones contrapuestas, Andrzej Duda.

El presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva será acogido por la primera ministra italiana Giorgia Meloni.

Podríamos continuar con el divertido juego de parejas contrapuestas, pues estarán presentes en la plaza de San Pedro el representante de Irán, así como los de la Autoridad Nacional Palestina e Israel…

Dos grandes ausentes, Putin y Xi Jinping

Hay dos grandes ausentes. No parece que vaya a haber representante oficial de China, pues el gigante asiático no mantiene relaciones diplomáticas con el Vaticano. Sin embargo, el presidente Xi Jinping se ha hecho presente enviando un telegrama a través del Ministerio de Asuntos Exteriores en el que constata: “En los últimos años, China y el Vaticano han mantenido contactos constructivos e intercambios amistosos. China está dispuesta a realizar esfuerzos conjuntos con el Vaticano para promover una mejora continua de las relaciones”.

El otro ausente es Vladimir Putin, víctima del aislamiento internacional promovido por occidente desde la invasión rusa de Ucrania. Ahora bien, a diferencia de Xi Jinping sí que enviará a un representante a Roma.

El Papa Francisco, en el féretro dispuesto en la capilla privada de la residencia de Santa Marta.

El precedente de Juan Pablo II

En Roma, para comprender el desafío que sin previo aviso tiene que afrontar la ciudad, no queda otra que hacer memoria del precedente más importante del pasado, el funeral de Juan Pablo II, el 8 de abril de 2005. Más de doscientas delegaciones oficiales, jefes de Estado y de Gobierno, así como personalidades religiosas se reunieron para rendir homenaje al pontífice del fin de la Guerra Fría.

Fue quizás la reunión de altos representantes más representativa que se había celebrado hasta entonces. Las asambleas generales de la ONU no suelen reunir a todos los líderes en un mismo momento, pues en general éstos sólo asisten para pronunciar su discurso y luego se van.

En aquella ocasión, el presidente de los Estados Unidos George W. Bush, acompañado por dos de sus predecesores (algo nunca visto), se encontró durante las horas que duró el funeral presidido por el cardenal Joseph Ratzinger junto al presidente iraní Mohammad Jatamí.

La diplomacia del Evangelio

El funeral se convertirá en el último gran gesto diplomático del Papa Francisco al unir en un momento de oración a posiciones políticas duramente enfrentadas. Uno de sus méritos como pontífice, que él mismo se atribuía, era el de unir a enemigos: ambas posiciones contrapuestas le criticaban.

Los exponentes políticos de derechas llamaban a Francisco “comunista” y “progre” por su defensa inquebrantable de toda persona humana, incluidos los inmigrantes, así como por su llamada a la responsabilidad en la defensa de la Creación.

Los abanderados ideológicos de la izquierda le consideraban un “carca” por su defensa al derecho a la vida de toda persona, ya sea antes de nacer, ya sea en los últimos estadios de su vida. No dudó en desenmascarar los peligros de la así llamada “ideología de género”.

“Se ve que estamos predicando el Evangelio”

Francisco se convirtió en un promotor incansable de los principios del Evangelio aplicados a la transformación de la sociedad (lo que tradicionalmente llamamos la doctrina social cristiana): dignidad de la persona, bien común, solidaridad, subsidiariedad, destino universal de los bienes, y opción preferencial por los pobres.

En un mundo altamente polarizado, esa labor le convirtió en diana de fuego cruzado entre bandos contrapuestos del terreno de batalla político. “Menos mal”, respondía él a quien constataba el peligro que corría. “Se ve que estamos predicando el Evangelio”.

 

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