El último texto de Francisco: “No tengáis miedo de envejecer”
“En la espera de un nuevo inicio” "Angelo Scola nos habla de la vejez" "El problema es cómo nos hacemos viejos" "La sabiduría de los abuelos, un faro que brilla" El encuentro final con Jesús El último texto compuesto por Francisco ha estado dirigido al cardenal que recibió más votos en el cónclave del año […]

“En la espera de un nuevo inicio”

"Angelo Scola nos habla de la vejez"

"El problema es cómo nos hacemos viejos"

"La sabiduría de los abuelos, un faro que brilla"

El encuentro final con Jesús

El último texto compuesto por Francisco ha estado dirigido al cardenal que recibió más votos en el cónclave del año 2013 en el que fue elegido Papa. Estamos hablando del cardenal Angelo Scola, arzobispo emérito de Milan.

“En la espera de un nuevo inicio”

Se trata del prefacio que el pontífice redactó para introducir el libro “En la espera de un nuevo inicio”, que publicará en los próximos días en italiano la Librería Editorial Vaticana (“Nell’attesa di un nuovo inizio”).

Con permiso del editor, publicamos el prefacio.

He leído con emoción estas páginas que brotan del pensamiento y del afecto de Angelo Scola, querido hermano en el episcopado, quien ha desempeñado delicados servicios en la Iglesia, por ejemplo, como rector de la Universidad Pontificia Lateranense, y posteriormente patriarca de Venecia y arzobispo de Milán.

En primer lugar, quiero expresarle todo mi agradecimiento por esta reflexión que une experiencia personal y sensibilidad cultural como pocas veces he podido leer. La primera, la experiencia, ilumina la segunda, la cultura; la segunda da sustancia a la primera. En este feliz entrelazamiento, la vida y la cultura florecen con belleza. No se dejen engañar por la brevedad de este libro: son páginas muy densas, para leer y releer. De las reflexiones de Angelo Scola recojo algunos puntos que coinciden especialmente con lo que mi experiencia me ha hecho comprender.

"Angelo Scola nos habla de la vejez"

Angelo Scola nos habla de la vejez, de su vejez, que —escribe con un toque de confianza desarmante— “me ha sobrevenido con una aceleración repentina y, en muchos aspectos, inesperada”. Ya en la elección de la palabra con la que se define a sí mismo, “viejo”, encuentro una afinidad con el autor.

Sí, no debemos tener miedo a la vejez, no debemos temer abrazar el envejecimiento, porque la vida es la vida y edulcorar la realidad significa traicionar la verdad de las cosas. Devolver el orgullo a un término que con demasiada frecuencia se considera malsano es un gesto por el que debemos estar agradecidos al cardenal Scola. Porque decir “viejo” no significa “descartable”, como a veces nos lleva a pensar una cultura degradada del descarte. Decir viejo, en cambio, significa decir experiencia, sabiduría, discernimiento, ponderación, escucha, lentitud... ¡Valores que necesitamos enormemente!

"El problema es cómo nos hacemos viejos"

Es cierto, nos hacemos viejos, pero ese no es el problema: el problema es cómo nos hacemos viejos. Si vivimos esta etapa de la vida como una gracia, y no con resentimiento; si acogemos el tiempo (aunque sea largo) en el que experimentamos fuerzas mermadas, el cansancio creciente del cuerpo, los reflejos que ya no son los mismos que en nuestra juventud, con un sentido de gratitud y reconocimiento, entonces incluso la vejez se convierte en una etapa de la vida, como nos enseñó Romano Guardini, verdaderamente fecunda y capaz de irradiar el bien.

Angelo Scola destaca el valor humano y social de los abuelos. En varias ocasiones he subrayado que el papel de los abuelos es fundamental para el desarrollo equilibrado de los jóvenes y, en última instancia, para una sociedad más pacífica. Porque su ejemplo, sus palabras, su sabiduría pueden inculcar en los más jóvenes una visión de largo alcance, la memoria del pasado y el anclaje a valores que perduran.

Angelo Scola.

"La sabiduría de los abuelos, un faro que brilla"

En medio del frenesí de nuestras sociedades, a menudo dedicadas a lo efímero y al gusto malsano por las apariencias, la sabiduría de los abuelos se convierte en un faro que brilla, ilumina la incertidumbre y da dirección a los nietos, que pueden sacar de su experiencia un “algo más” con respecto a su vida cotidiana.

Las palabras que Angelo Scola dedica al tema del sufrimiento, que a menudo se asocia con el envejecimiento, y por consiguiente con la muerte, son joyas preciosas de fe y esperanza. En el razonamiento de este hermano obispo, escucho resonar la teología de Hans Urs von Balthasar y Joseph Ratzinger, una teología “hecha de rodillas”, impregnada de oración y diálogo con el Señor.

Por eso he dicho antes que estas páginas salen “del pensamiento y del afecto” del cardenal Scola: no solo del pensamiento, sino también de la dimensión afectiva, a la que remite la fe cristiana, ya que el cristianismo no es tanto una acción intelectual o una elección moral, sino el afecto hacia una persona, ese Cristo que vino a nuestro encuentro y decidió llamarnos amigos.

El encuentro final con Jesús

Precisamente la conclusión de estas páginas de Angelo Scola, que son una confesión sincera de cómo se está preparando para el encuentro final con Jesús, nos devuelve una certeza consoladora: la muerte no es el fin de todo, sino el comienzo de algo. Es un nuevo comienzo, como bien dice el título, porque la vida eterna, que quien ama ya experimenta en la tierra en sus quehaceres diarios, es empezar algo que no va a terminar.

Y por eso es un comienzo “nuevo”, porque vamos a vivir algo que nunca hemos vivido plenamente: la eternidad. Con estas páginas en mis manos, me gustaría volver a hacer el mismo gesto que hice cuando me puse la túnica blanca de Papa en la Capilla Sixtina: abrazar con gran estima y afecto a mi hermano Angelo, ahora ambos más viejos que aquel día de marzo de 2013. Pero siempre unidos por la gratitud hacia este Dios amoroso que nos ofrece vida y esperanza en cualquier edad de nuestra vida.

Ciudad del Vaticano, 7 de febrero de 2025

© Libreria Editrice Vaticana

 

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