A lo largo de su vida y de su pontificado, el Papa Francisco ha subrayado su vínculo con la mística carmelita, a la que, según ha contado, confiaba un problema, pidiéndole «no que lo resolviera, sino que lo tomara en sus manos y me ayudara a aceptarlo». Como «señal» recibía la flor. Así ocurrió también durante su hospitalización en el Gemelli. Y ahora una rosa blanca descansa sobre la lápida de mármol de la basílica de Santa María la Mayor