El Santo del día es una reseña diaria de los santos guardados en la memoria de la Iglesia. Historias de maestros de vida cristiana de todas las épocas que, como faros luminosos orientan nuestro camino.
Hoy, miércoles 28 de mayo la Iglesia católica celebra el santoral de los siguientes santos:
San Germán de París (496–576)
San Germán, también conocido como Germain, fue obispo de París en el siglo VI. Nació cerca de Autun, en Borgoña, y desde joven mostró una inclinación a la vida ascética y una gran caridad hacia los pobres. Fue nombrado abad del monasterio de San Sinforiano y más tarde elegido obispo de París, donde desarrolló una intensa labor pastoral y social.
Durante su episcopado, se enfrentó con valentía a la corrupción de la corte merovingia, especialmente a los excesos del rey Childeberto I, a quien incluso llegó a excomulgar. No obstante, Germán no era un hombre de confrontación, sino de conversión: su firmeza y santidad transformaron a Childeberto, quien acabó construyendo, por recomendación del santo, la iglesia de San Vicente, más tarde conocida como Saint-Germain-des-Prés, que alberga los restos del obispo.
San Germán fue un modelo de compasión, humildad y sabiduría. Defendió a los pobres, intercedió por los oprimidos y fue venerado en vida como un santo por su cercanía al pueblo. Su memoria perdura en París, donde aún se le honra como uno de sus más ilustres pastores.
San Guillermo de Gelona (†812)
San Guillermo de Gelona, también llamado Guillermo de Gellone, fue un noble franco, primo de Carlomagno, que pasó de la espada al cilicio. Nacido en el siglo VIII, fue conde de Toulouse y un notable guerrero al servicio del emperador carolingio, destacando en campañas militares contra los musulmanes en la región de Septimania.
Pese a su prestigio militar, Guillermo optó por una vida de penitencia y retiro espiritual. Fundó el monasterio de Gellone, en la región del Languedoc, donde se retiró como monje. Allí llevó una vida de oración, trabajo y humildad hasta su muerte en 812. Fue canonizado por su fama de santidad y se convirtió en figura importante de la épica medieval, apareciendo incluso en la “Chanson de Guillaume”.
San Guillermo muestra cómo el Evangelio puede transformar incluso la vida de quienes han vivido entre armas y poder, convirtiéndolos en instrumentos de paz y oración.
Santa Helicónides, virgen y mártir
Santa Helicónides fue una joven mártir de los primeros siglos del cristianismo, probablemente del siglo III, en tiempos del emperador Decio. Poco se sabe de su vida con certeza histórica, pero según la tradición, fue una virgen consagrada que prefirió sufrir el martirio antes que renunciar a su fe o aceptar un matrimonio forzado con un pagano.
Helicónides fue arrestada por confesar su fe en Cristo y, tras crueles torturas, fue ejecutada. Su valentía se ha recordado durante siglos como un símbolo de la fidelidad inquebrantable de las primeras cristianas, que no dudaban en entregar su vida por el amor de Dios.
Otros santos del día
Junto a ellos, el Martirologio Romano recuerda hoy también a:
San Carauno de Chartres, mártir de origen griego, misionero en la Galia, que fue asesinado por su fe.
San Emilio de Nantes, obispo del siglo IX, pastor prudente y celoso del bienestar espiritual de su diócesis.
Beata Margarita Pole, madre de numerosos hijos y última Plantagenet, ejecutada en la Torre de Londres por orden de Enrique VIII en 1541. Es considerada mártir de la fidelidad a la Iglesia católica en tiempos del cisma anglicano.
Testigos de esperanza
Cada uno de estos santos, en su contexto —ya sea en la corte, el monasterio, la catedral o la prisión—, representa una faceta distinta del seguimiento de Cristo. Algunos vivieron rodeados de poder, otros en la marginalidad; algunos fueron sabios, otros sencillos; unos murieron por la espada, otros por la calumnia o la indiferencia. Pero todos fueron fieles.
Celebrarlos es no solo un ejercicio de memoria histórica, sino un acto de fe: el mismo Espíritu que los inspiró a ellos sigue actuando hoy, suscitando hombres y mujeres dispuestos a entregar su vida, desde lo ordinario o lo extraordinario, por amor al Evangelio.
Que la vida de estos santos del 28 de mayo nos anime a vivir con mayor integridad, caridad y esperanza nuestro propio camino de fe.