Del encuentro, celebrado del 27 al 29 de mayo en Camboya, surge una invitación a trabajar juntos por la paz mediante la resiliencia y la reconciliación. En una declaración final, los participantes subrayaron la importancia de las tradiciones religiosas, el papel de la educación, el compromiso con abordar las causas profundas de los conflictos y la responsabilidad de los líderes religiosos y las comunidades en trazar caminos concretos hacia la paz.