El Santo del día es una reseña diaria de los santos guardados en la memoria de la Iglesia. Historias de maestros de vida cristiana de todas las épocas que, como faros luminosos orientan nuestro camino.

Hoy, lunes 2 de junio la Iglesia católica celebra el santoral de los siguientes santos: 

El 2 de junio, la Iglesia conmemora a varios santos y beatos cuya vida y testimonio han sido ejemplo de fidelidad a Cristo en tiempos de persecución, servicio pastoral y caridad. Entre ellos destacan san Marcelino, sacerdote, y san Pedro, exorcista, mártires en Roma; san Eugenio I, papa; y san Juan de Ortega, peregrino y constructor del Camino de Santiago. Estos santos nos muestran, cada uno desde su vocación, la fuerza del Evangelio vivida con radicalidad y amor.

San Marcelino, sacerdote, y san Pedro, exorcista, mártires

San Marcelino era presbítero y san Pedro, un exorcista en la Iglesia de Roma. Ambos sufrieron el martirio durante la persecución del emperador Diocleciano, a comienzos del siglo IV. Según la tradición, fueron encarcelados y luego condenados a muerte por negarse a renegar de su fe cristiana.

Fueron llevados en secreto a un bosque lejano para ser decapitados, y sus cuerpos fueron enterrados allí para evitar el culto de los cristianos. Sin embargo, una mujer llamada Lucila recuperó sus restos y los enterró dignamente en las catacumbas de San Tiburcio, en la Vía Labicana. El papa Dámaso I, que había conocido al verdugo convertido al cristianismo, escribió un elogio en su honor.

Marcelino y Pedro simbolizan la fidelidad a Cristo frente a la persecución y la importancia del martirio como semilla de nuevos cristianos. Su memoria sigue viva, y su nombre aparece en el Canon Romano (Plegaria Eucarística I), lo que testimonia su veneración desde los primeros siglos.

San Eugenio I, papa

San Eugenio I fue elegido papa en el año 654, en un momento de gran conflicto entre Roma y Constantinopla a causa de la herejía monotelita (que negaba la doble voluntad de Cristo). Su predecesor, el papa san Martín I, fue arrestado y deportado por oponerse a esta herejía. Eugenio fue elegido en circunstancias políticas difíciles, bajo presión del emperador bizantino Constante II.

A pesar de la complejidad de su pontificado, Eugenio mantuvo la fidelidad a la fe ortodoxa. Rechazó las imposiciones doctrinales del emperador y defendió la enseñanza de que en Cristo hay dos voluntades, divina y humana, en consonancia con el Concilio de Calcedonia. Murió en el año 657 y fue enterrado en la Basílica de San Pedro. Se le recuerda por su firmeza doctrinal y su fidelidad a la tradición apostólica.

San Juan de Ortega

San Juan de Ortega (1080–1163) fue discípulo de santo Domingo de la Calzada y dedicó su vida a facilitar el paso de los peregrinos hacia Santiago de Compostela. Nació en Quintanaortuño, Burgos, y después de peregrinar a Tierra Santa, se retiró a un paraje solitario cerca de los Montes de Oca, donde construyó una ermita, un hospital y un puente para los caminantes.

Su obra se convirtió en un punto clave del Camino de Santiago y en centro de devoción. Su santidad era conocida ya en vida por los milagros y por su humildad. Fue canonizado de facto por la devoción popular, y su sepulcro es aún hoy lugar de oración y peregrinación. Es patrono de los ingenieros y protector de los caminantes.

Otros santos y beatos del día

Además de los ya mencionados, el calendario litúrgico celebra el 2 de junio a:

San Nicéforo, mártir en Antioquía.

Beata Ana de San Bartolomé, virgen carmelita, secretaria de santa Teresa de Jesús, que llevó el carisma teresiano a Francia y los Países Bajos.

San Erasmo de Formia, también conocido como san Elmo, mártir, patrón de los marineros.

Beato Sadoc y 48 compañeros, dominicos mártires en Sandomierz, Polonia, en el siglo XIII, asesinados por tártaros por confesar su fe.

En esta jornada, la Iglesia honra a quienes con su vida —ya sea mediante el martirio, el servicio pastoral, la caridad o la ayuda al prójimo— han dado testimonio del Evangelio. Su ejemplo sigue iluminando el camino de los cristianos de hoy, llamados a vivir la fe con valor, humildad y fidelidad.