El obispo donostiarra zanja la polémica de la ultraizquierda: el Sagrado Corazón de Urgull es anterior al franquismo
Demostración histórica  Devoción al Corazón de Jesús Ningún programa político del franquismo  Ningún discurso de exaltación del régimen A las 23,00 horas del día de ayer miércoles, el obispo de San Sebastián, monseñor Fernando Prado, hacía pública una carta pastoral, de ocho folios, zanjando la polémica suscitada por la propuesta de EH Bildu y Elkarrekin, […]

Demostración histórica 

Devoción al Corazón de Jesús

Ningún programa político del franquismo 

Ningún discurso de exaltación del régimen

A las 23,00 horas del día de ayer miércoles, el obispo de San Sebastián, monseñor Fernando Prado, hacía pública una carta pastoral, de ocho folios, zanjando la polémica suscitada por la propuesta de EH Bildu y Elkarrekin, miembros de la asociación de vecinos Lantxabe, el sindicato LAB y miembros de la Asociación de Víctimas del Genocidio de Donostia (Avicge), de incluir el monumento del Sagrado Corazón del Monte Urgull “en el catálogo de los símbolos y elementos contrarios a la memoria democrática” con el objetivo de lograr su retirada.

Propuesta que fue rechazada hace unos días por el alcalde de San Sebastián, Eneko Goia, del PNV.  Tanto la portavoz de los socialistas de San Sebastián, como del PP, se sumaron al rechazo de esta propuesta.

Demostración histórica 

Monseñor Fernando Prado demuestra con fehacientes datos históricos que la propuesta es una manipulación histórica, además de un evidente atentado contra la libertad religiosa. “Al asociar erróneamente el monumento al régimen de Franco – escribe monseñor Fernando Prado- se sacrifica una lectura real de la historia, que indiscutiblemente reconoce que el proyecto original —incubado entre 1926 y 1950— responde a una motivación exclusivamente religiosa y comunitaria anterior e independiente de la propaganda política. La construcción y la inauguración del monumento, lejos de ser un acto o instrumento de adoctrinamiento, fue un acto católico de esperanza en un contexto piadoso de posguerra y reconstrucción social”.

“Se trata –afirma el obispo- de un proyecto anterior al franquismo institucionalizado. La idea original se formuló diez años antes de que Franco asumiera el poder en España tras la Guerra Civil. El proyecto fue impulsado por creyentes guipuzcoanos que deseaban consagrar Gipuzkoa al Corazón de Cristo en un contexto de abundancia de vocaciones sacerdotales y religiosas, en un momento de paz social entre sermones y predicaciones catequéticas que nada tenían que ver con la política partidista entonces”.

Devoción al Corazón de Jesús

Añade además que “la iniciativa nace de los creyentes y del pueblo, como sucedió en otros lugares (Bilbao…). En 1938, en plena Guerra Civil, un sector católico de San Sebastián vinculado al Apostolado de la oración retomó el proyecto. Es claro que la motivación no fue la propaganda del bando sublevado, sino el afianzamiento de la devoción al Corazón de Jesús en medio de la incertidumbre bélica. La idea de erigir la estatua no pretendió nunca ser un monumento a Franco, ni a los caídos, ni nada similar, sino ser un homenaje a la misericordia divina que muchos sacerdotes, religiosos y laicos consideraban necesaria para sostener la esperanza en medio de un tiempo convulso. Como hemos constatado, de hecho, ni ha habido ni hay ningún rastro o símbolo alguno de nada que no sea estrictamente religioso ni en la estatua ni en el entorno arquitectónico del monumento”.

Ningún programa político del franquismo 

Según monseñor Fernando Prado, “el Pleno del entonces Ayuntamiento de San Sebastián autorizó unánimemente la erección del monumento debido al fortísimo respaldo y empuje popular. Ese respaldo civil y eclesiástico no obedecía a un programa político del régimen franquista, sino a un deseo de la sociedad donostiarra de mantener viva su espiritualidad y su identidad cultural. El abultado resultado de la cuestación popular así lo hace ver. También el gesto mencionado de los propios obreros que trabajaron en el monumento es signo de la naturaleza religiosa con la que se erigió aquella magnífica estatua. En la primera Exhortación pastoral del primer obispo de la diócesis, D. Jaime Font y Andreu, se puede leer una idea común aceptada por la gran mayoría de la sociedad gipuzkoana: «la realeza y el señorío del Corazón de Jesús sobre la Provincia entera acaba de alcanzar su expresión más grandiosa en el gigantesco monumento y colosal estatua erigida ya por Guipúzcoa al Sagrado Corazón de Jesús en San Sebastián». La estatua fue un proyecto colectivo. Un proyecto de todos, levantado con el respaldo de la sociedad de Gipuzkoa, fervorosa y creyente entonces en su grandísima mayoría”.

Ningún discurso de exaltación del régimen

Para el obispo de San Sebastián, “el carácter no propagandístico y exclusivamente religioso de la propia ceremonia de inauguración nos indica claramente la naturaleza del monumento. El acto exclusivamente litúrgico del 19 de noviembre de 1950 fue organizado –y presidido– por la Iglesia diocesana. La programación incluyó la bendición por el Obispo, la misa solemne y la consagración de Gipuzkoa al Sagrado Corazón, con la presencia de las hermandades, cofradías y fieles. No hubo discurso político de exaltación del régimen ni símbolos partidarios en aquella ceremonia”.

Por tanto, según el obispo de San Sebastián, “afirmar que el monumento al Sagrado Corazón del Monte Urgull es un monumento para la «exaltación franquista» es una tesis que difícilmente se sostiene ante la historia de los hechos. Quienes así lo afirman parecen ignorar la extensa documentación histórica recogida en tantos boletines, actas, artículos y libros escritos al respecto. En todo caso, si bien es cierto que en la España de los años cuarenta del siglo XX la Iglesia gozaba, por lo general, de un importante reconocimiento público y de un cierto privilegio por parte del régimen franquista, ni la idea —que es anterior—, ni la erección del propio monumento en San Sebastián respondieron a una orden gubernamental o al control ideológico del régimen de Franco, sino a la prerrogativa y la voluntad de la comunidad cristiana gipuzkoana: edificar un símbolo de consuelo y devoción en un entorno emblemático para la ciudad”.

Ofrecemos el texto íntegro de la carta pastoral del obispo de San Sebastián.

                         

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