Debate sobre el final de la vida
Bioética global e Inteligencia Artificial
"Somos responsables unos de otros de la salud"
Ignorar la realidad biológica de lo humano
Monseñor Renzo Pegoraro, nuevo presidente de la Academia Pontificia de la Vida (PAV) nombrado por el Papa León XIV, ha concedido una entrevista al medio italiano Avvenire en la que habla del futuro de la PAV.
Cuidados paliativos y eutanasia, terapia génica, células madre, inteligencia artificial, son algunos temas que está en la agenda de Pegoraro.
Debate sobre el final de la vida
"Creo que continuaremos con los temas en los que hemos trabajado intensamente en los últimos años: el final de la vida y la promoción de los cuidados paliativos; la bioética global; la biotecnología y la terapia génica; y la inteligencia artificial. El debate sobre el final de la vida concierne a países donde, lamentablemente, ya existe una legislación que permite el uso del suicidio asistido o la eutanasia, y a otros que lo están debatiendo, incluida Italia", afirma.
Monseñor Pegoraro sostiene también que la Academia Pontificia para la Vida ha trabajado intensamente en la información, la promoción y la difusión de los cuidados paliativos para una buena asistencia y un buen acompañamiento de las personas en fase terminal.
Bioética global e Inteligencia Artificial
"Retomando algunas de las ideas del Papa Francisco, la bioética global busca integrar las cuestiones de la ética médica con los contextos en los que se insertan las personas, el medio ambiente y los factores económicos y sociales que comprometen la vida y la salud. En el ámbito de las biotecnologías, trabajamos para garantizar su desarrollo, respetando la identidad y la dignidad de cada persona humana. Finalmente, en materia de inteligencia artificial (IA), se publicó en 2020 un documento ("Llamado de Roma a la ética de la IA") para garantizar que la aplicación de la IA mantenga un enfoque centrado en el ser humano, donde la persona humana permanezca en el centro, con la protección y el respeto que le corresponden", expone.
"Somos responsables unos de otros de la salud"
Preguntado sobre la autonomía absoluta del individuo en sus elecciones y las consecuencias en la sociedad, para Renzo Pegoraro, médico y experto en Teología Moral y Bioética afirma: "En el mundo occidental, existe una idea de autonomía que hipertrofia el ego, con el riesgo de aplastarlo todo: la vida, las relaciones con los demás, el sentido de pertenencia a una comunidad. La autonomía personal debe reconocerse y respetarse, pero la autonomía es relacional: somos responsables unos de otros de la salud y del cuidado de quienes más dificultades o sufrimiento enfrentan. Una visión individualista, que transforma al sujeto en un "ego absoluto", desconectado de todas las demás relaciones, nos lleva en direcciones que no respetan el valor de la vida".
El sacerdote recuerda que la vida humana requiere respeto, protección y acompañamiento incluso cuando no tiene cura. "Cada persona debe recibir una buena asistencia, con cuidados paliativos, para que pueda morir con dignidad y afrontar la fase terminal sin dolor ni sufrimiento, no en soledad. En lugar de invocar la libertad absoluta, que solo se convierte en autoaniquilación, debemos mostrar el papel y la ayuda de una sociedad capaz de cuidar, estar presente y cultivar relaciones que den sentido incluso a la muerte. En las conciencias individuales siempre hay un misterio, pero el suicidio también representa una derrota para la sociedad: cualquier rechazo a las terapias debe ir acompañado de cuidados paliativos, incluso sedación profunda, si es necesario. La ayuda no debe servir para causar la muerte, sino para vivir plenamente la propia muerte".
Ignorar la realidad biológica de lo humano
Respecto a los riesgos de ignorar la realidad biológica de lo humano subraya que es necesario centrar a la persona, con su integridad y dignidad, y "recuperar la dimensión de la corporeidad, incluso en cuestiones relacionadas con el reconocimiento de lo masculino y lo femenino.
"Existen centros que intentan estudiar, comprender y acompañar a las personas que experimentan disforia de género", afirma.
Para el presidente de la Academia Pontificia de la Vida, "sin caer en la ideología ni en la teoría de género, necesitamos escuchar y ayudar a quienes experimentan este malestar. Necesitamos promover enfoques de la persona que recuperen y valoren la corporeidad y el valor cristiano de la encarnación, y que protejan nuestra realidad humana, en una sociedad que ha perdido muchos puntos de referencia, manteniendo el sentido de la persona, de la vida y de la pertenencia a la comunidad".