El Santo del día es una reseña diaria de los santos guardados en la memoria de la Iglesia. Historias de maestros de vida cristiana de todas las épocas que como faros luminosos orientan nuestro camino.
Beata Anna María Taigi, madre de familia
Esposa ejemplar y madre de siete hijos, terciaria de la Orden de la SantísimaTrinidad, Ana María Taigi permanece al cuidado de su marido a pesar de los malos tratos injustamente sufridos. No descuida las obras de caridad hacia los pobres y los enfermos. Originaria de Siena, murió en Roma en 1837.
La Beata Anna María Taigi (1769–1837) fue una esposa, madre de siete hijos y mujer de profunda vida espiritual, conocida por combinar su vocación familiar con una intensa experiencia mística. Nacida en Siena y trasladada a Roma desde joven, vivió humildemente como ama de casa junto a su esposo Domenico, un servidor del Estado Pontificio. Su matrimonio, aunque lleno de dificultades, se convirtió en escuela de santidad.
A los 21 años, experimentó una conversión decisiva que la llevó a una vida de oración intensa, penitencia y caridad. Ingresó como terciaria en la Orden Trinitaria y vivió con fidelidad su papel de madre y esposa, sin abandonar el mundo, pero profundamente unida a Dios. Fue agraciada con fenómenos místicos, como la visión permanente de un “sol místico” en el que veía acontecimientos pasados, presentes y futuros, lo que atrajo a cardenales, religiosos y laicos en busca de consejo.
A pesar de estos dones extraordinarios, siempre se mantuvo sencilla, obediente a la Iglesia y entregada a su familia. Fue beatificada por el Papa Benedicto XV en 1920. Anna María Taigi es ejemplo luminoso de santidad laical vivida en medio de las tareas ordinarias, con amor, paciencia y fidelidad al Evangelio.
San Efrén, diácono y doctor de la Iglesia
Intelectual, poeta, cantante, hombre de acción y de caridad. Difícilmente cualidades tan diferentes conviven en una misma persona. Santo y Doctor de la Iglesia, Efrén elige el cristianismo contra la voluntad de su padre y se convierte en un distinguido cantante de la fe.
"Los árboles del Edén / fueron entregados como alimento al primer Adán. / Para nosotros, el jardinero del jardín en persona / se convirtió en alimento / para nuestras almas". Estos versículos vienen del amanecer de la Iglesia. Precisamente del siglo IV, pensados y escritos por un diácono de Oriente, Efrén, originario de Nisibi, localidad de la antigua Mesopotamia, donde nació en el 306. La tradición de la Iglesia lo recuerda como "Efrén el sirio" y lo celebra como Doctor de la Iglesia. Una de sus peculiaridades es la de ser un profundo pensador cristiano –siendo uno de los más distinguidos de su tiempo - y al mismo tiempo un buen poeta. Efrén es capaz de abarcar ideas sobre la fe con la armonía de los versículos que tocan el corazón. Y lo que escribe, hace escuela.
Genio y corazón
La inteligencia y la erudición se combinan con un notable temperamento humano. A los 15 años, Efrén conoce el Evangelio, lo estudia con pasión, pero esto le cuesta la persecución de su padre, que es un sacerdote pagano. A los 18 años, recibe el bautismo y abre una escuela bíblica en Nisibi, siguiendo al obispo James en el Concilio de Nicea (325). Cuando la ciudad es asediada varias veces por los persas, Efrén deja la cátedra y se convierte en el héroe de la resistencia. Fibra de teólogo y de luchador, por lo tanto. Y de hombre de caridad. Para reducir el impacto de la hambruna que afecta en un momento determinado a Edesa, es él a arremangarse las mangas para garantizar la ayuda humanitaria a la población
La fe en las paradojas
El pensamiento y la escritura son, sin embargo, sus mejores talentos, junto al canto. Efrén escribe mucho y de todo y lo hace con una gran calidad espiritual y estilística. Sus poemas y homilías en verso, sus himnos (la obra más amplia), los comentarios bíblicos en prosa tratan con perspicacia y belleza los ejes de la fe que tanto lo fascinaron: Dios Creador, la virginidad de María, la redención de Cristo ... Afirma que nada en la creación está aislado y que el mundo, junto a las Escrituras, es la Biblia de Dios. La poesía es esencialmente el instrumento que le permite profundizar en la reflexión teológica "a través de paradojas e imágenes", señaló Benedicto XVI hace algunos años hablando de él.
Un santo en Edesa
Edesa, ayudada en el drama de la hambruna, es la ciudad donde Efrén se trasladó permanentemente después de una peregrinación en el 362. Allí continúa su trabajo como teólogo y predicador y continúa también ayudando a las personas en primera línea cuando, más que del bolígrafo, hay una necesidad urgente de doblegar a quienes sufren. La cura a los enfermos de la peste es la última obra maestra, escrita con la tinta de la caridad, nacida de Efrén el sirio. Efrén muere en Edesa, víctima de la enfermedad, en el 373. Las crónicas no informan con certeza si él fue o no un monje. Ciertamente, siempre fue un diácono ejemplar, un servidor de todos por el amor de Dios y un cantante, "lira del Espíritu Santo".
Santos Primo y Feliciano, mártires
Hermanos originarios de la Sabina, mártires de las persecuciones de Diocleciano y Maximiano. Durante el pontificado de Teodoro I, sus restos fueron trasladados a Roma en el año 645, desde la via Nomentana distante 15 millas, hasta el templo de San Esteban Protomártir, en el Monte Celio en Roma.