El 14 de junio la Iglesia conmemora a varios santos y beatos que, a lo largo de los siglos, han dejado un testimonio de fe profunda, entrega al Evangelio y, en muchos casos, martirio. Entre ellos destacan San Eliseo, profeta del Antiguo Testamento, y un grupo de mártires cordobeses del siglo IX: San Anastasio, San Félix y Santa Digna. Cada uno de estos nombres representa una historia concreta de fidelidad a Dios en tiempos difíciles.

San Eliseo, profeta

San Eliseo fue el profeta sucesor de Elías en el Reino del Norte de Israel. Su vida se narra en los libros de los Reyes del Antiguo Testamento (2 Reyes, capítulos 2 al 13). Cuando Elías fue llevado al cielo en un carro de fuego, Eliseo recibió su manto y con él una doble porción de su espíritu profético. Fue testigo y protagonista de numerosos milagros: purificó las aguas de Jericó, multiplicó el aceite de una viuda, resucitó al hijo de la sunamita, curó a Naamán de la lepra, y obró otros signos que manifestaban el poder de Dios.

Eliseo vivió en tiempos de idolatría y decadencia moral, y no temió enfrentarse a los reyes para defender la alianza con el Señor. Su figura sigue siendo un modelo de obediencia y confianza en la providencia divina. La Iglesia lo venera como uno de los grandes profetas que prepararon el camino para la venida de Cristo.

Fue el más taumatúrgico de los profetas del Antiguo Testamento. No dejó nada escrito, aunque anunció la salvación universal de todos los hombres. Murió en el 790 a.C. y fue sepultado en Samaria.  

Los mártires de Córdoba: San Anastasio, San Félix y Santa Digna

En el siglo IX, durante el dominio musulmán en la península ibérica, muchos cristianos en Córdoba fueron perseguidos por su fe. Un grupo significativo de ellos murió mártir entre los años 850 y 859. Este grupo es conocido como los “mártires de Córdoba”, y está recogido en la crónica del monje Eulogio de Córdoba.

El 14 de junio se recuerda a tres de ellos: San Anastasio, San Félix y Santa Digna.

San Anastasio de Córdoba era un monje que decidió confesar su fe en Cristo públicamente, a sabiendas de las consecuencias. Fue arrestado y ejecutado por no renegar de su fe. Su valentía inspiró a otros a mantenerse firmes en tiempos de persecución.

San Félix de Córdoba era también un religioso que, junto a Anastasio, dio testimonio del Evangelio sin miedo. Ambos fueron ejecutados en el año 853. Su sangre fue semilla de nuevos creyentes, y su memoria se conserva como ejemplo de fidelidad absoluta a Cristo.

Santa Digna de Córdoba, joven virgen y mártir, también sufrió el martirio por confesar su fe cristiana. Según las fuentes, murió con serenidad y fortaleza, mostrando que la gracia de Dios sostiene incluso en la muerte. Fue una de las mujeres que con su testimonio reforzó la comunidad cristiana de su tiempo.

Otros santos y beatos 

Este día se conmemoran también otros santos y beatos que vivieron en diversos contextos históricos:

San Metodio de Constantinopla, patriarca que defendió el culto a las imágenes sagradas durante la controversia iconoclasta del siglo IX.

San Proto y San Jacinto, mártires romanos de los primeros siglos.

San Fortunato de Nápoles, obispo del siglo IV.

Beato Francisco de San Miguel, misionero agustino, uno de los 26 mártires de Japón crucificados en Nagasaki en 1597.

Cada uno de estos nombres recuerda que la santidad no está reservada a una época ni a una vocación particular. Hay santos profetas como Eliseo, mártires valientes como los de Córdoba, pastores fieles como Fortunato, y misioneros como Francisco. La Iglesia los presenta como intercesores y modelos, para que los fieles, en sus propios caminos, también vivan con radicalidad el amor a Dios y al prójimo.