Restricciones a la hermandad villamanriqueña
Villamanrique defiende su posición
Cada primavera, miles de romeros se congregan en la aldea de El Rocío (Almonte, Huelva), uno de los eventos religiosos más multitudinarios de España. Pero entre las sevillanas y la devoción mariana, persiste una pugna histórica que genera titulares, debates y decisiones institucionales. El foco: la relación entre Villamanrique de la Condesa (Sevilla) y Almonte (Huelva), dos localidades enfrentadas por el protagonismo en esta tradición andaluza.
Restricciones a la hermandad villamanriqueña
La Hermandad de Villamanrique, una de las más antiguas y de las primeras en llegar a la aldea, ha denunciado en los últimos años obstáculos sistemáticos por parte de Almonte. Este año, la polémica ha escalado: el Ayuntamiento de Almonte ha impuesto restricciones a las actividades de la hermandad villamanriqueña, alegando cuestiones organizativas y de seguridad, aunque muchos lo interpretan como una maniobra política y territorial.
El periodista Juan Antonio Romero lo ha resumido como “una guerra fría rociera”, en la que ambas partes buscan preservar no solo su papel tradicional, sino su influencia sobre los miles de peregrinos que acuden a la cita. Medios como Diario de Sevilla, Huelva Información y La Voz del Sur han cubierto ampliamente la evolución de este conflicto, que mezcla historia, fervor popular y, cada vez más, gestión institucional.
Villamanrique defiende su posición
Villamanrique defiende su posición desde la antigüedad de su hermandad —documentada desde 1653— y su papel pionero en la romería. Sin embargo, Almonte, como localidad que alberga el santuario, reclama un control más férreo del orden, los accesos y las expresiones públicas que tienen lugar en su término municipal. Esta dicotomía ha provocado incluso debates parlamentarios en la Junta de Andalucía y manifestaciones populares de apoyo a Villamanrique.
Más allá de la rivalidad, esta tensión refleja un fenómeno más amplio: la convivencia entre tradiciones religiosas y la administración moderna de eventos multitudinarios. La romería de El Rocío mueve millones de euros, atrae turistas, y exige una coordinación que va desde los cuerpos de seguridad hasta el tráfico aéreo, como ha recordado la Subdelegación del Gobierno en Huelva.
Fe y política
Este año, a pesar de los intentos de mediación, la tensión se ha hecho notar. Villamanrique no ha podido realizar su tradicional parada en la aldea y ha visto reducidos sus espacios de descanso y paso. Aun así, la hermandad ha reafirmado su compromiso con la Virgen del Rocío, enfatizando que “no permitirán que la fe se convierta en arma política”.
Mientras tanto, los romeros siguen acudiendo con la misma pasión, aunque cada vez más conscientes del conflicto subyacente. Y aunque la procesión siempre continúa, lo hace con un trasfondo de rivalidad que parece lejos de resolverse.