El 18 de julio la Iglesia conmemora a diversos santos y mártires que dieron testimonio de Cristo en distintos momentos de la historia. Destacan especialmente en esta fecha Santa Sinforosa y sus siete hijos mártires, modelo de fortaleza y fe indestructible, y San Federico de Utrecht, obispo firme en la defensa de la verdad y mártir por proclamar el Evangelio en tiempos turbulentos.
Santa Sinforosa y sus siete hijos mártires
Santa Sinforosa fue una mártir romana del siglo II, viuda del también mártir Getulio, un alto funcionario del imperio convertido al cristianismo. Después del martirio de su esposo, Sinforosa se dedicó a criar a sus siete hijos en la fe cristiana, en un tiempo en que la persecución contra los cristianos era especialmente cruel bajo el emperador Adriano.
La historia de su martirio está recogida en antiguos martirologios y narra cómo, al no renegar de su fe, fue arrestada junto a sus hijos. El emperador, irritado por su firmeza, ordenó primero su ejecución: Sinforosa fue golpeada brutalmente y finalmente arrojada al río Anio con una piedra atada al cuello. Pero la persecución no terminó ahí. Uno por uno, sus siete hijos —Crescente, Julio, Nemesio, Primitivo, Justino, Estratónico y Eugenio— fueron ejecutados de manera cruel, con diferentes formas de tortura. Se dice que los cuerpos fueron enterrados en el mismo lugar donde luego se levantaría un santuario en su honor.
Santa Sinforosa es un símbolo poderoso del coraje cristiano frente a la opresión. Su ejemplo recuerda a los fieles que la fe no se hereda solamente, sino que se testimonia con la vida. Su sacrificio, al igual que el de sus hijos, se convirtió en semilla de nuevas conversiones en la Roma pagana.
San Federico de Utrecht
San Federico fue obispo de Utrecht en el siglo IX, en la región de lo que hoy es Países Bajos. Nació en una familia cristiana y fue educado en la fe desde joven. Fue ordenado sacerdote y, por su virtud y sabiduría, fue elegido obispo hacia el año 820.
Durante su episcopado, San Federico se destacó por su firme defensa de la fe ortodoxa frente a los errores doctrinales que comenzaban a extenderse en la época. En particular, se opuso públicamente al segundo matrimonio del emperador Lotario I con Waldrada, al considerar inválida la separación del emperador de su primera esposa. Esta posición lo puso en una situación peligrosa, ya que no temía corregir incluso a los poderosos cuando consideraba que actuaban contra la moral cristiana.
El martirio de San Federico se produjo de forma violenta: mientras celebraba la Eucaristía en una iglesia de Utrecht, fue apuñalado por asesinos a sueldo, posiblemente enviados por personas cercanas a la corte imperial. Murió pronunciando palabras de perdón, como Cristo en la cruz.
San Federico es venerado como mártir de la verdad y la justicia. Su valentía en la defensa del matrimonio cristiano y su fidelidad hasta el final lo convierten en un modelo de pastor comprometido con la verdad del Evangelio.
Santa Gundena de Cartago
Santa Gundena fue una mártir cristiana en Cartago, actual Túnez, durante las persecuciones del siglo III. Se conocen pocos detalles de su vida, pero su nombre figura en los antiguos martirologios como testigo fiel de Cristo. Su martirio ocurrió probablemente durante las persecuciones del emperador Decio o Valeriano. Su memoria se une a la de muchos cristianos anónimos del norte de África que derramaron su sangre por la fe.
Santa Teodosia de Constantinopla
Santa Teodosia fue una monja bizantina del siglo VIII, conocida por su ardiente defensa del culto a las imágenes sagradas en tiempos del emperador León III, quien promovía la iconoclasia. Enfrentó con firmeza las autoridades imperiales y por ello fue torturada y decapitada. Su martirio fue testimonio de la importancia de los iconos como expresión de la Encarnación y la fe cristiana. Es una santa muy venerada en la Iglesia ortodoxa.
San Emiliano de Doróstoro
San Emiliano era un joven esclavo cristiano que vivía en la ciudad de Doróstoro, en la actual Bulgaria. Fue denunciado por sus amos por profesar la fe cristiana y se negó a adorar a los dioses romanos. Condenado a morir quemado vivo en el año 362, entró en el fuego cantando salmos, y según algunos relatos, su cuerpo no fue consumido por las llamas. Su valentía es celebrada especialmente en la Iglesia ortodoxa.
San Arnulfo de Metz
San Arnulfo fue obispo de Metz en el siglo VII y es considerado uno de los antepasados de la dinastía carolingia. Se retiró como ermitaño tras años de servicio episcopal, buscando la soledad y la oración. Fue recordado por su austeridad, sabiduría y milagros. Es patrono de los cerveceros, por una tradición según la cual purificó agua contaminada transformándola en cerveza para evitar enfermedades.
San Bruno de Segni
San Bruno fue obispo de Segni y abad del monasterio de Montecassino en el siglo XI. Defensor apasionado del celibato sacerdotal y de la reforma gregoriana, combatió con firmeza la simonía y la corrupción en la Iglesia. Su doctrina se mantuvo firme incluso ante el papa Pascual II, a quien criticó respetuosamente. Fue teólogo y escritor prolífico, y su legado doctrinal sigue siendo valioso.
Santo Domingo Nicolás Dinh Dat
Este mártir vietnamita fue un sacerdote dominico del siglo XIX que evangelizó con celo en tiempos de fuerte persecución. Fue arrestado, torturado y finalmente decapitado en 1839 por negarse a renunciar a Cristo. Canonizado por Juan Pablo II en 1988, forma parte del grupo de los 117 mártires de Vietnam.
Otros santos y beatos del día
Beata Tarsicia Mackiv
San Rufilo de Forlimpopoli
San Filastrio de Brescia
San Materno de Milán
Beato Simeón de Lipnica
Beato Juan Bautista de Bruselas