Durante la adoración eucarística en la basílica vaticana con motivo del Jubileo de los Misioneros Digitales e Influencers católicos, el arzobispo metropolitano de Madrid invitó a ser la voz de los pobres en un mundo en el que solo los poderosos tienen voz, un signo de paz y luz «donde la dignidad humana es suplantada por otros intereses». Es fácil caer en la vanidad digital, observa el cardenal, y medir el valor en función de los «me gusta», pero la medida de Dios es otra.