El Santo del día es una reseña diaria de los santos guardados en la memoria de la Iglesia. Historias de maestros de vida cristiana de todas las épocas que como faros luminosos orientan nuestro camino.
San Alfonso María de Ligorio, obispo y doctor de la Iglesia, fundador de la Congregación del ss.mo Redentor
El precoz abogado Alfonso, de noble familia napolitana, a los 30 años dejó su envidiable profesión y se convirtió en sacerdote. En 1732 fundó la Congregación del Santísimo Redentor y luego fue elegido obispo de Sant'Agata dei Goti. Canonizado en 1839, en 1871 Pío XI lo proclamó Doctor de la Iglesia.
"Los polluelos de golondrina no hacen más que gritar, buscando ayuda y comida de parte de sus madres. Igualmente, nosotros debemos gritar siempre, pidiendo ayuda a Dios para evitar la muerte del pecado, y para avanzar en su santo amor". Cuando se nace en una familia noble como la de los Ligorio, en una gran ciudad como Nápoles, en un siglo tan importante como el de la Ilustración y se es el primero de ocho hijos, se está ciertamente destinado a hacer algo importante. Así que, como buen augurio, los padres bautizaron a su primogénito como Alfonso, que significa valiente y noble. Y nadie como él estará a la altura de ese nombre.
Un abogado de sólo 16 años
Confiado a los mejores tutores de la ciudad, Alfonso demostró inmediatamente sus extraordinarias cualidades: a los 12 años hizo el examen de admisión a la universidad, a la Facultad de leyes, ante el filósofo Giambattista Vico, a los 16 ya ejercía como abogado. Rápidamente se convirtió en el mejor de la ciudad, con la merecida reputación de no perder ni un solo caso. Pero el Señor tendrá otros planes para él, que nació en una familia de ocho hijos, algunos de los cuales fueron particularmente tocados por la gracia de la consagración religiosa y sacerdotal. En efecto, dos de sus hermanas serán monjas; otro hermano será benedictino y otro hermano más será sacerdote secular. De este contexto de nobleza del que provienía Alfonso, ambiente mezclado con tantas gracias espirituales familiares, se intuye ya que Dios llamará también a Alfonso a vivir algo mucho mejor que la sola nobleza humana.
De la ley humana a la ley de la libertad divina
Durante su trabajo como abogado Alfonso se ocupó de lo que hoy llamamos "voluntariado", en particular en el hospital de Nápoles donde visitaba a los enfermos. Poco a poco esa generosa actividad lo cautivó más y más, así que decidió dejar la abogacía y dedicarse a los más pobres del Señor. En 1726 se convirtió en sacerdote y dedicó todo su ministerio a los más humilldes y necesitados, que en la Nápoles del siglo XVIII eran tantísimos. Su actividad como predicador y confesor fue intensa, y también cultivó el sueño de irse en misión a Oriente.
Convertirse en pastor entre los pastores: el nacimiento de la Congregación
En 1730, durante un descanso forzado en las montañas de la ciudad de Amalfi, Alfonso conversaba con algunos pastores y se dio cuenta de la gravedad de su abandono humano, cultural y religioso. Este descubrimiento lo impresionó tanto que decidió dejar Nápoles para retirarse al eremitorio benedictino de Villa degli Schiavi, cerca de Caserta, donde fundó la Congregación del Santísimo Salvador, que será aprobada por Benedicto XIV en 1749 y tomará entonces su actual nombre de Congregación del Santísimo Redentor. Su misión consistiría en una predicación marcada por la sencillez apostólica y a favor de la educación de los más abandonados. Alfonso tomó su ejemplo de las Capillas Serotinas, es decir, grupos dirigidos por colaboradores del Santo, tanto laicos como seminaristas, dedicados a la evangelización de los muchachos de la calle: una experiencia que en Nápoles tuvo tanto éxito que alcanzó la cuota de 30.000 inscritos. Más tarde, a los sacerdotes redentoristas se les unirán las monjas redentoristas: la rama femenina de la Congregación que se fundará en Amalfi.
Obispo en Sant'Agata dei Goti
A Alfonso le apasionaba enseñar y predicar utilizando métodos innovadores como la música que estudió de niño: fue el autor de la famosa composición de "Bajas de las estrellas", infaltable canción en las celebraciones de la Santa Navidad. También se ocupó con mucho interès de las cuestiones de la moral: entre las muchas obras que escribió la más importante es ciertamente la "Teología moral" en varios volúmenes. En tal obra que sigue siendo estudiada aún en nuestros días, Alfonso se ocupó de temas como la virginidad perpetua de María y la infalibilidad del Papa; temas que la Iglesia misma profundizará y en su momento las incluirá en el acervo de la doctrina dogmática, o sea en la doctrina oficial de la Iglesia que ha sido calificada como doctrina segura en cuanto que es creída por toda la Iglesia. En 1762, a la venerable edad de 66 años, Alfonso fue nombrado también obispo de Sant'Agata dei Goti, en Benevento, cargo que abandonó 15 años después por problemas de salud que lo llevaron a la muerte en 1787. Canonizado en 1839, san Alfonso María de Ligorio fue proclamado Doctor de la Iglesia por Pío IX en 1871, mientras que en 1950 Pío XII le dio el título de "Protector celestial de todos los confesores y moralistas".
San Pedro Favre, sacerdote jesuita
El primero de agosto la Iglesia recuerda a San Pedro Fabro, contemporáneo de San Ignacio de Loyola. Primer sacerdote de la Compañía de Jesús, gran hombre de diálogo: enviado como emisario del Papa para tratar situaciones delicadas, en particular con los defensores de la Reforma de Lutero.
Un hombre pío, en un tiempo en el cual este apelativo no suscitaba como hoy sonrisas de suficiencia pero contenía la admiración por una persona de temperamento humano y espiritual no común. Este fue en sus tiempos – 500 años atrás – Pedro Fabro, de profesión “apóstol”. Apóstol del Evangelio, apóstol del Papa, apóstol del naciente carisma de los jesuitas, que propagará por todas partes durante sus diversos viajes.
Ignacio, el Papa y Lutero
Fabro estudia en Paris y enseña por dos años en la “Sapienza” de Roma, pero su doctrina es para los instruidos como para los analfabetos y para él no hay diferencia en el dejar el prestigio de la cátedra cuando el Papa lo invita a enseñar catecismo en los campos de Parma. Y ninguna diferencia hará todavía, más tarde, obedecer al Papa que lo envía a Alemania como puente de diálogo entre la Iglesia y el vértice del protestantismo de Lutero. Del resto, Fabro es un jesuita enamorado de la vía abierta por San Ignacio, en la cual se convierte en el primer sacerdote en mayo de 1534 y el 15 de agosto siguiente, con el fundador de la Compañía y otros cinco compañeros emite el célebre voto de Montmartre, es decir, de vivir en pobreza y de ir a Jerusalén, prometiendo de ponerse a disposición del Papa.
Siempre en viaje
La guerra entre turcos y venecianos se coloca en medio para impedir la peregrinación, y entonces ese primer núcleo de la futura Orden se dirige a Pablo III. Los encargos que el Papa le confía son diversos. Pedro Fabro es un hombre dinámico en los límites de la inquietud, sublimado por el contacto con el Evangelio que transforma este capital de energía en la fibra misionera que lo invade. Fabro se pone en viaje a través de Europa. Predica, tiene ejercicios, visita monasterios, con una dedicación y una resistencia al cansancio que termina por afectar su condición física. Y es que con su salud delicada que Pedro Fabro se pone en viaje a Roma. Llega el 17 de julio de 1546 par aquello que será su último, gran encargo: ofrecer un aporte de diálogo a la discusión del Concilio de Trento, con la cual la Iglesia trata de responder a la reforma de Lutero. Fabro pero se enferma y muere en Roma el primero de agosto de 1547.
El Memorial
La belleza espiritual de Pedro Fabro esta condensada en el español y en el latín que usa para escribir su “Memorial”, una especie de diario espiritual que, junto a su epistolario, hace brillar la gema de su fe y de su estilo de vida genuinamente cristiana.
Otros santos y beatos del día
Santos siete Hermanos Macabeos
Beato Alexis Sobaszek
San Ethelwoldo
San Severo de Aquitania
Beato Emerico de Quar
Beato Bienvenido de Miguel Arahal
San Exsuperio de Bayeux
San Jonato de Marchiennes
Beato Juan Bufalari
San Félix de Girona
Beato Tomás Welbourne
Beatas María Estrella del Santísimo Sacramento y compañeras
San Secundino mártir