El arzobispo de Chicago, en su homilía en la Misa por las víctimas de la bomba atómica, celebrada esta mañana en Hiroshima, recordó que en el día en que la Iglesia conmemora la Transfiguración del Señor, contrasta la luz que brilló en el monte Tabor con la luz cegadora que devastó Hiroshima «Cuando ignoramos la visión del Tabor, cuando hacemos oídos sordos a la voz de Dios que nos llama al amor fraterno, terminamos allanando el camino para el odio y la devastación».