Al final de la audiencia general, el Papa recordó el 80 aniversario de los bombardeos atómicos sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, "acontecimientos trágicos" que siguen siendo "una advertencia universal" contra "las devastaciones" causadas por los conflictos y las armas nucleares: que en un mundo marcado por tensiones y guerras, se pueda redescubrir la justicia y se renueve la "confianza en la fraternidad".