En el 80º aniversario del bombardeo atómico de Japón en 1945, el arzobispo de Chicago, en una peregrinación por la paz con otros líderes de la Iglesia estadounidense, celebró una Misa en Nagasaki, condenando la decisión de Estados Unidos de recurrir a las armas atómicas durante la Segunda Guerra Mundial. Una decisión "profundamente errónea", pues violaba el derecho internacional y la doctrina moral católica.