Transmisión de la tradición cultural cristiana
Escenarios, personas y circunstancias
Una historia de la transmisión textual
Autores cristianos formados en retórica
La carta como género cultural y teológico
Transmisión de la tradición cultural cristiana
Hace ya tiempo que se convirtió en un superventas un libro de Irene Vallejo titulado “El infinito en un junco”, que hablaba de la invención y el amor a los libros.
Este muy interesante trabajo de quien es un prestigioso profesor y estudioso de la cultura literaria del cristianismo antiguo, Harry Y. Gamble (1941), formado en las universidades de Duke y Yale (EE.UU.), que ha sido durante muchos años Catedrático de Nuevo Testamento y cristianismo primitivo en la Universidad de Virginia, produce en el lector un efecto similar al anteriormente citado: el sentimiento de afecto al libro y lo que implica de medio de transmisión de la tradición cultural cristiana, incluso occidental.
Son mucho los datos, las historias, las ideas que se recogen en este libro que sirven incluso para afianzar más las razones de la experiencia de fe. Porque al fin y al cabo en lo que se convierte este trabajo es en una historia de la Iglesia antigua y de los cristianos de los primeros siglos.
Escenarios, personas y circunstancias
No es difícil, a medida que pasan las páginas, imaginarse los escenarios, las personas, las circunstancias. En lo que nos ocupa, aquellas primeras bibliotecas personales o episcopales, la de Agustín, por ejemplo, aquellos copistas, aquella forma de leer en voz alta, aquellas primeras celebraciones de las comunidades de Jerusalén, Alejandría, Antioquía, Roma…
No se trata sólo un libro sobre el libro como producto material, por cierto bien contextualizado en un profundo conocimiento de la cultura clásica.
No es cierto, como sostienen algunos autores, que el cristianismo primitivo fuera un movimiento carente de literatura. Escribe nuestro autor que la Iglesia primera participaba de la alta cultura literaria del mundo antiguo. La literatura cristiana primitiva se extendió más rápidamente y por un área mucho más amplia que los textos no cristianos, y tuvo una audiencia más numerosa que la de los autores paganos más ambiciosos podrían haber esperado con sus obras.
Una historia de la transmisión textual
Lo que está claro es que el códice, frente al rollo, se podría decir que es un producto cristiano. El fenómeno de la transición del rollo al códice no es sólo cristiano, pero sí la rapidez con que los cristianos adoptaron el nuevo formato. Los primeros hombres del Camino asumieron como suyo, potenciaron, difundieron, este instrumento para poder hacer llegar a los demás la riqueza de la experiencia cristiana. Este libro también es, como no podía ser menos, una historia de la transmisión textual.
Pensemos que nos habla también del ADN del cristianismo, es decir, de la voluntad de dar razones de la fe y de transmitirlas.
A lo largo de todo el período de la civilización griega, helenística y romana, la alfabetización alcanzaba a un 10% y nunca superó el 15-20% por ciento de la población en su conjunto. ¿Y los cristianos?
Autores cristianos formados en retórica
Es cierto que ese porcentaje era mayor en las comunidades judías. Jerusalén antes del año 70 a.C. contaba con 480 sinagogas, cada una de ellas dotada de una casa de lectura y una casa del aprendizaje. Por tanto el porcentaje de personas que sabrían leer en las judeocristianas debía ser mayor. Por lo tanto, entre los cristianos estaríamos hablando de entre un 10 y un 20%.
Una de las ideas que más me han llamado la atención es la afirmación de que “la mayor parte de autores cristianos entre los siglo II y V estaban versados en retórica: no pocos –por ejemplo Tertuliano, Cipriano, Lactancio y Agustín-, fueron maestros en retórica antes de ingresar en la Iglesia”.
La carta como género cultural y teológico
Otro elemento clave en este estudio es el de la carta como género cultural y teológico. Todo lo que tiene que ver con san Pablo siempre es fascinante. También lo referido a la difusión de la literatura cristiana, las primeras bibliotecas, o cómo se usaban los libros cristianos. Hay un apartado sobre el uso mágico del libro cristiano que es sorprendente.
Añado un solo ejemplo de otra de las dimensiones de libro, la de la propuesta de vida espiritual. Clemente de Alejandría (Paed. 2, 10, 96) aconseja que el esposo y la esposa cristianos dediquen el día a la oración, la lectura y las buenas obras, y en otro momento recomienda “leer las Escrituras antes de las comidas” (Strom. 7, 7, 49).
Ah y no convendría perderse el sermón que Juan Crisóstomo pronunció sobre la utilidad de la lectura privada de las Escrituras, entre otros.
Libros y lectores en la Iglesia antigua
Harry Y. Gamble
Sígueme
Libros y lectores en la Iglesia antigua.