Misioneros de la misericordia, el legado de Francisco: pueden perdonar pecados reservados al Vaticano
El Papa les ha confiado cuatro desafíos Cinco pecados reservados Requisitos para ser misioneros de la misericordia El testimonio de Emiliano Antenucci ¿Cómo mostrar misericordia a un sacerdote abusador? Cuando la misericordia es silencio Amar a alguien que no lo merece Son sacerdotes como los demás, pero tienen algo que les hace diferentes: han recibido […]

El Papa les ha confiado cuatro desafíos

Cinco pecados reservados

Requisitos para ser misioneros de la misericordia

El testimonio de Emiliano Antenucci

¿Cómo mostrar misericordia a un sacerdote abusador?

Cuando la misericordia es silencio

Amar a alguien que no lo merece

Son sacerdotes como los demás, pero tienen algo que les hace diferentes: han recibido del Papa la facultad especial de absolver pecados gravísimos cuya absolución está reservada a la Santa Sede.

Hace dos domingos, quinientos de ellos, procedentes de todo el mundo, se encontraban en Roma para vivir su Jubileo. Estamos hablando de los misioneros de la misericordia, sacerdotes instituidos por Francisco con motivo del Jubileo Extraordinario de la Misericordia en 2016.

El Papa les ha confiado cuatro desafíos

Hoy estos misioneros son 1.258 y están esparcidos por los cinco continentes.

El Papa les ha confiado cuatro desafíos: convertirse en signos e instrumentos del perdón de Dios; administrar el sacramento de la Confesión; promover la reconciliación; y testimoniar la alegría del perdón, mostrando que Dios no pone límites a quienes lo buscan con corazón arrepentido.

Cinco pecados reservados

Los cinco pecados que pueden absolver estos sacerdotes  y que habitualmente están reservados a la Senta Sede son: la profanación de la Eucaristía, la absolución de un cómplice en el pecado, la violación del secreto del sacramento de la confesión, la ordenación de un obispo sin mandato pontificio y, por último, la violencia física contra el Papa.

El Papa, convaleciente de la neumonia bilateral en su residencia de Santa Marta, no ha podido encontrarse con los misioneros de la misericordia, como había programado. 

Les ha dedicado un mensaje, que lleva la fecha del 19 de marzo, cuando todavía estaba en el Hospital Gemelli, en el que les agradece su testimonio “del rostro paterno de Dios, infinitamente grande en el amor, que llama a todos a la conversión y nos renueva siempre con su perdón”.

El obispo de Roma anima a estos misioneros a que, en su ministerio de confesores, estén atentos en la escucha, dispuestos a acoger y sean constantes en el acompañamiento de cuantos desean renovar su vida y regresar al Señor.

Requisitos para ser misioneros de la misericordia

Para poder convertirse en misioneros de la misericordia estos sacerdotes han tenido que superar un proceso de selección. Ante todo, es necesario que el obispo superior del sacerdote escriba una carta de recomendación en la que acredite su idoneidad ante el Vaticano. Entre las candidaturas recibidas, la Santa Sede realiza la selección final.

Los sacerdotes interesados deben cumplir varios criterios, entre ellos, deben ser predicadores convincentes de la misericordia de Dios, anunciar la alegría del perdón y ser confesores accesibles, amables y compasivos.

El testimonio de Emiliano Antenucci

Uno de los misioneros de la misericordia presentes en Roma era el sacerdote de la Orden de los Frailes Menores Capuchinos, Emiliano Antenucci, rector del Santuario de la Virgen del Silencio en Avezzano (Italia), instituido también por el Papa Francisco.

Su objetivo, según explicaba a Religión Confidencial, es convertir su santuario en “una clínica del espíritu. Pobres, gitanos, personajes del mundo del espectáculo… se acercan en este lugar a recibir el sacramento de la reconciliación. Lo más importante es tratarles a todos del mismo modo, como nos trata Dios, porque cada persona es digna de respeto y de amor. La confesión no es un tribunal, sino un lugar de acogida y de abrazo del Padre”.

¿Cómo mostrar misericordia a un sacerdote abusador?

Entre los misioneros de la misericordia venidos a Roma se encontraba también el sacerdote argentino, Jose Luis Quijano, misionero de la misericordia desde el año 2016.

En Roma, ha podido testimoniar la manera en la que ha tratado de vivir su servicio en la atención a los más necesitados de misericordia, quizá porque han cometido los peores crímenes.

Es lo que le ha sucedido cuando decidió al acompañar a un antiguo sacerdote que fue condenado por pedofilia a veinte años de cárcel. Don José Luis, tras meditar en la frase de Jesús en el Evangelio “Estuve en la cárcel y vinisteis a mí” decidió acudir a visitar regularmente a esa persona, que había cometido su crimen en los años noventa.

Cuando la misericordia es silencio

“Cuando visitas a un preso de estas características, la persona no habla  –ha revelado el sacerdote a Aciprensa durante su estancia en Roma–. Estábamos horas y horas en silencio. Después, cada poco tiempo, lo trasladaban de penal. A veces me tocaba hacer 300 kilómetros en coche para ir a verlo y me negaban, una vez allí, la entrada”.

“La misericordia no es para los que huelen bien, para los que son buenos o justos. Eso es fácil –considera el sacerdote de la diócesis de San Isidro–. El sujeto de la misericordia es el malo, el que ha cometido obras horribles, el que no se lo merece”. 

Amar a alguien que no lo merece

La verdadera misericordia debe tener en cuenta tanto a las víctimas como a los victimarios. “Ser misericordioso no significa sólo perdonar de palabra, sino realmente amar a alguien que no lo merece”, constata el sacerdote.

Jose Luis Quijano, quien es conocido por ser uno de los mayores promotores de la catequesis en hispanoamérica, considera que la misericordia es el legado más grande dejado por el Papa Francisco a la Iglesia.

 

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