El Papa que humanizó el pontificado
Carta Magna de su pontificado  La pedagogía de Francisco  El reto de la Iglesia en los últimos doce años  No creyó en la hegemonía social de la Iglesia Cuidado de la creación y emergencia migratoria  "Acogerlos, no ocultarlos"  "Fidelidad a la Iglesia y su enseñanza" Cuando aún estamos bajo los efectos de la noticia del […]

Carta Magna de su pontificado 

La pedagogía de Francisco 

El reto de la Iglesia en los últimos doce años 

No creyó en la hegemonía social de la Iglesia

Cuidado de la creación y emergencia migratoria 

"Acogerlos, no ocultarlos" 

"Fidelidad a la Iglesia y su enseñanza"

Cuando aún estamos bajo los efectos de la noticia del fallecimiento del Papa Francisco, sin pretensión alguna de hacer balance de su pontificado, creo que es el momento de volver a los inicios, a los primeros momentos, por eso de que Aristóteles dijo que el final está en el principio. Hagamos un somero camino hacia atrás de doce acelerados años que han cambiado la historia.

Carta Magna de su pontificado 

Esto significa retomar alguna de las ideas matriz del pontificado, que encontramos ya en la intervención del Papa en las Congregaciones previas a su elección en el Cónclave, o en su carta magna del pontificado, la Exhortación apostólica “Evangelii Gaudium”, de noviembre de 2013, o incluso en esa forma de ejercer el magisterio que fueron sus múltiples entrevistas, desde las que destaco la primera, concedida a los jesuitas de la “Civiltà Cattolica”.

El Papa, con su personalísimo sello procedente de una recia personalidad, inauguró no solo un modo del ejercicio del primado pretino espontáneo sino también pragmático, lo que humanizó al pontificado. Un pontificado que estrenó diciendo que había que iniciar procesos, que era bueno armar lío, que la mirada de la Iglesia, y la suya, era una mirada desde las periferias.

La pedagogía de Francisco 

El Papa Francisco ha puesto a la Iglesia en posición de salida y nos ha colocado en el contexto y en la mentalidad de las periferias. Salir a las periferias es algo más que una idea persuasiva de éxito; es una pedagogía que el Papa fue definiendo cada día con su palabra y con sus gestos. Introdujo, en la Iglesia actual, más que conceptos, un estilo, una forma de enseñarnos a mirar, a entender, a amar.

Para entender al Papa Francisco, como dijo Julián Carrón, en una entrevista en la revista cultural Jot Down, hay que entender el reto en el que estamos inmersos.

Me parece muy significativo que la última personalidad pública a la que vio el Papa Francisco fuera al Vicepresidente de los Estados Unidos JD Vance en un momento en le que se han alterado las reglas del tablero de las relaciones internacionales. El Papa se vio con uno de los protagonistas de esta cambio. Ahora será el próximo quien, previsiblemente con los principios que ha asentado el Papa Francisco, tenga que ponerse manos a la obra.

El vicepresidente de Estados Unidos de América, James David Vance, saluda al Papa Francisco en Casa Santa Marta. La última personalidad pública a la que vio el Papa Francisco.

El reto de la Iglesia en los últimos doce años 

Por lo tanto, si no entendemos el reto al que se ha enfrentado la Iglesia en estos últimos doce años, no entenderemos lo que ha supuesto el Papa. “El papa –escribió J. Carrón- ha significado y significa un revulsivo. En una realidad de las dimensiones de la nuestra, no todos han reaccionado con la misma inmediatez, como lo vemos en la vida de la Iglesia.

Nosotros no somos distintos. Todo depende un poco, en mi opinión, de lo que decíamos al principio: si entendemos cuál es la naturaleza del desafío. Al papa Francisco solo se le puede entender si se entiende cuál es la naturaleza del reto ante el que estamos. Si no entendemos este desafío, pensamos que es una cuestión de acento, de que el papa es latinoamericano, y nos quedamos en lo superficial”.

No olvidemos lo que el entonces arzobispo de Buenos Aires dijo, en las reuniones previas al cónclave de 2013: “La Iglesia está llamada a salir de sí misma e ir a las periferias, no solo las geográficas, sino también las periferias existenciales: las del misterio del pecado, las del dolor, las de la injusticia, las de la ignorancia y prescindencia religiosa, las del pensamiento, las de toda miseria”. 

No creyó en la hegemonía social de la Iglesia

El Papa Francisco no creyó en la hegemonía social de la Iglesia, -inviable ahora, por otra parte-, sino en la fascinación de la bondad y del amor. Recordemos que a los obispos norteamericanos el Papa les dijo: “el lenguaje duro y belicoso de la división no es propio del pastor, no tiene derecho de ciudadanía en su corazón”. De ahí que las periferias se conviertan ahora, ante la profanidad de los retos en los que estamos inmersos, en razón y método, en método y razón, de la Iglesia en misión, de la Iglesia en salida, de la geopolítica vaticana, de la geopolítica teológica.

Como dijera el Papa Francisco a los superiores generales de las comunidades religiosas, en 2016, “yo estoy convenido de una cosa: los grandes cambios de la historia se realizan cuando la realidad se ve no desde el centro, sino desde la periferia. Es una cuestión hermenéutica: se comprende la realidad solamente si se la mira desde la periferia, y no si nuestra mirada parte de un punto equidistante de todo”.

Cuidado de la creación y emergencia migratoria 

Hoy es muy difícil adivinar qué es lo que se dirá del Papa Francisco en un futuro. Se hablará de dos insistencias: haber afianzado en la mentalidad del mundo católico la necesidad del cuidado de la creación, la ecología, y un santo empeño en dejar claros una serie de principios sobre el fenómeno de la emergencia migratoria.

Cuestiones presentes desde el minuto uno del pontificado y que, en gran medida, provocan una reacción negativa en una parte no desdeñable de la política y de los políticos, principalmente la que procede de los movimientos populistas calificados de derecha o extrema derecha.

Un desarrollo notable de la Doctrina Social de la Iglesia que, como muy bien se repite cuando se explica su naturaleza y sentido, no ofrece soluciones técnicas concretas, es decir, no propone modelos de políticas universales aplicables directamente a cada Estado.

"Acogerlos, no ocultarlos" 

El Papa en su viaje a Marsella lo dejó claro: “Hay que acogerlos y no ocultarlos, integrarlos y no deshacerse de ellos”. Para esto se necesita un cambio de mentalidad. No olvidemos la invitación que el cardenal de Marsella, Jean-Marc Aveline, del que algunos dicen que se ha colocado en la lista de los papables, hizo en vísperas de la llegada del Papa. En la Iglesia se necesita más pragmatismo para evitar “discursos ingenuos”. Y añadió: “Es peligroso. Al mismo tiempo, por supuesto, hay que escapar del riesgo de criminalizar al migrante que huye como si fuera la causa de todos los males universales”.    

Una cuestión relevante de esta pasa de los procesos es la de la Sinodalidad, que marcará el futuro de la Iglesia. En el discurso inaugural del último Sínodo, el Papa dijo que “no estamos aquí para celebrar una reunión parlamentaria o un plan de reformas. No. Estamos aquí para caminar juntos, con la mirada de Jesús”, lo que supone que “las estrategias humanas, los cálculos políticos o las batallas ideológicas” no son las condiciones para el éxito o fracaso.

Último recorrido del Papa en la Plaza de San Pedro a bordo del papamóvil tras la bendición "Urbi et Orbi" del Domingo de Pascua, 20 de abril de 2025. (Vatican Media).

"Fidelidad a la Iglesia y su enseñanza"

El riesgo del cristianismo abstracto es una de las más fuertes tentaciones a las que se ve sometida la fe en nuestros días. 

No olvidemos que el jueves 30 de enero de 2014, el Papa Francisco, en su homilía de Santa Marta, hablando del sentir con la Iglesia, y refiriéndose a la fidelidad a la Iglesia, recordó sobre la necesidad de “fidelidad a la Iglesia, fidelidad a su enseñanza, fidelidad al Credo, fidelidad a la doctrina y custodiar esta doctrina”. Así, “humildad y fidelidad” van juntas. Y añadió: “También Pablo VI nos recordaba que nosotros recibimos el mensaje del Evangelio como un don. Y debemos transmitirlo como un don. Pero no como algo nuestro. Es un don recibido que damos”.

El Papa Francisco, asumiendo el qué de la Iglesia, su tradición, la doctrina perenne, el Evangelio de Jesucristo, nos ha enseñado una forma novedosa del cómo de la Iglesia en un mundo nuevo. El cómo de la esperanza que no defrauda.

 

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