El misionero argentino, amigo fraterno del Papa Francisco, se enteró de la noticia tras un largo y fatigoso viaje a la selva para celebrar las liturgias pascuales y los bautismos. La alegría por la entrada de nuevos fieles en la pequeña Iglesia papú estaba impregnada de dolor por la pérdida de una figura paterna. «Siempre nos pedía que rezáramos por él, y eso es lo que hemos hecho, que su alma descanse. No dejará de estar cerca de nosotros»