Entre lágrimas y largas esperas en las filas, miles de fieles abarrotaron la Vía de la Conciliación y la Plaza de San Pedro para dar el último adiós a Francisco en la Basílica Vaticana. «Para mí era un acto de deber venir a despedirme de un Pontífice que me ha transmitido tanto». «Me llamó la atención que siempre tenía una sonrisa en la cara, incluso cuando estaba enfermo».