¿Un Papa de África? El cardenal congoleño Fridolin Ambongo Besungu, la opción más realista
Los no papables Ambongo, capuchino y “papable” Educación y formación religiosa Sacerdocio y primeros ministerios Fichado por Juan Pablo II Cardenalato y nombramientos en el Vaticano Liderazgo en Conferencias Episcopales Compromiso con la paz En defensa del Congo Contra la bendición de parejas irregulares Controversias y desafíos Habilidad diplomática  ¿Saldrá un Papa de color? Esta […]

Los no papables

Ambongo, capuchino y “papable”

Educación y formación religiosa

Sacerdocio y primeros ministerios

Fichado por Juan Pablo II

Cardenalato y nombramientos en el Vaticano

Liderazgo en Conferencias Episcopales

Compromiso con la paz

En defensa del Congo

Contra la bendición de parejas irregulares

Controversias y desafíos

Habilidad diplomática 

¿Saldrá un Papa de color? Esta es una de las preguntas más comunes que surgen en vísperas de los últimos cónclaves. Curiosamente, en esta ocasión, el número de candidatos del África subsahariana es más reducido que en cónclaves precedentes. Prácticamente sólo parece realista la posible elección de un candidato.

Las listas de los “papables” africanos publicadas por medios de información en estos días presentan a tres candidatos, pero sólo uno de ellos tiene oportunidades reales, y éstas parecen bastante tenues.

Los no papables

Entre los purpurados con más posibilidades de ser elegidos papas, según la casa de apuestas británica William Hill, se encuentra el cardenal Peter Turkson, de Ghana (76 años). No parece, sin embargo, una opción posible, tras no haber sido renovado como prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral del Vaticano. Estuvo en el cargo tan sólo cuatro años. Una falta de renovación tras un solo mandato en la Curia Romana es algo excepcional. Desde el año 2022 es canciller de la Academia Pontificia de las Ciencias, órgano sin autoridad pastoral.

Otro de los candidatos africanos que aparecen en las listas de los medios de información como papable es el cardenal Robert Sarah, de Guinea, una de las grandes figuras eclesiales de África. Su edad es muy elevada: cumplirá 80 años en junio (por unas pocas semanas de diferencia podrá participar en el cónclave).

Pero lo que más pesa en su contra es la polémica que llevó al Papa Benedicto XVI a quitar su firma de un libro publicado por el cardenal Sarah sobre el celibato sacerdotal, que abrió una de las grandes crisis del pontificado de Francisco. Las palabras del purpurado africano quedaron contradichas por el testimonio del secretario de Benedicto XVI, el arzobispo Georg Gänswein. Una crisis así hace mella en la memoria de los cardenales.

Ambongo, capuchino y “papable”

De este modo, el único cardenal africano de color que entra en el cónclave como posible papable es el fraile capuchino Fridolin Ambongo Besungu, de la República Democrática del Congo, quien ya hoy es el purpurado africano más influyente en la Iglesia: es además Presidente del Simposio de Conferencias Episcopales de África y Madagascar (SECAM), y forma parte del Consejo de cardenales que asesoran directamente al Papa.

Nació el 24 de enero de 1960 en Boto, una localidad situada en la diócesis de Molegbe, dentro de la provincia de Nord-Ubangi, en el noroeste de la República Democrática del Congo, que en aquel entonces era el Congo Belga. Proviene de una familia católica numerosa, con diez hermanos. Su padre se dedicaba a la extracción de caucho.

Educación y formación religiosa

Su camino hacia el sacerdocio comenzó con estudios de filosofía en el seminario de Bwamanda. Posteriormente, cursó estudios de teología entre 1984 y 1988 en el Instituto Saint Eugène de Mazenod en Kinshasa. Durante este periodo, ingresó en la Orden de los Frailes Menores Capuchinos, rama de la familia franciscana conocida por su vivencia de la pobreza, la fraternidad y el servicio a los necesitados.

Para profundizar su formación teológica, fue enviado a Roma, donde obtuvo una licenciatura en Teología Moral en la prestigiosa Academia Alfonsiana con una tesis defendida en 1995 sobre “La rehabilitación de lo humano, base del verdadero desarrollo en Zaire. Por una ética del desarrollo integral”.

Sus estudios en la Ciudad Eterna le permitieron adquirir fluidez en italiano, algo muy útil para sus futuras interacciones con los papas y la Santa Sede. Más tarde, en la Orden de los Capuchinos llegó a ser Superior Mayor y Viceprovincial de la Viceprovincia Capuchina del Congo.

Fridolin Ambongo Besungu, de la República Democrática del Congo. (Foto de archivo).

Sacerdocio y primeros ministerios

Fue ordenado sacerdote el 14 de agosto de 1988. Sus primeros años de ministerio los dedicó a un breve periodo como párroco en Bobito (1988-1989). Sin embargo, sus superiores habían comprendido muy bien sus talentos intelectuales y muy pronto le pidieron que se dedicara a la enseñanza académica, impartiendo Teología Moral en las Facultades Católicas de Kinshasa (posteriormente Universidad Católica del Congo), en el Instituto Saint Eugène de Mazenod (1995-2005), y en el Seminario Mayor Interdiocesano Saints Pierre et Paul en Lisala. Durante este tiempo, también asumió responsabilidades a nivel nacional dentro de las estructuras de la vida religiosa, presidiendo la Asamblea de Superiores Mayores.

Fichado por Juan Pablo II

Abandonó la enseñanza cuando Juan Pablo II, el 22 de noviembre de 2004, lo nombró obispo de Bokungu-Ikela, a los 44 años. Eligió como lema episcopal Omnia omnibus (“Todo para todos”), una frase de San Pablo que refleja una vocación de servicio universal.

Su trayectoria dio un salto significativo bajo el pontificado del Papa Francisco. El 12 de noviembre de 2016, fue promovido a arzobispo de Mbandaka-Bikoro. Poco más de un año después, el Papa Francisco lo nombraba arzobispo coadjutor de Kinshasa, la arquidiócesis más grande e influyente del país, preparándolo para suceder al cardenal Laurent Monsengwo Pasinya, uno de los personajes más influyentes y respetados en en la historia de ese país africano.

La sucesión se hizo efectiva el 1 de noviembre de 2018, convirtiéndose así en el arzobispo metropolitano de Kinshasa.

Cardenalato y nombramientos en el Vaticano

Menos de un año después de asumir el liderazgo de la arquidiócesis de Kinshasa, el Papa Francisco lo creó Cardenal.

Su incorporación al Colegio Cardenalicio fue seguida por importantes nombramientos en la Curia Romana. El 21 de febrero de 2020, fue nombrado miembro de la Congregación (ahora Dicasterio) para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.

Un nombramiento aún más significativo llegó el 15 de octubre de 2020, cuando el Papa Francisco lo designó miembro de su Consejo de Cardenales Asesores (conocido informalmente como C9), un grupo selecto que asiste al Pontífice en el gobierno de la Iglesia universal y en el proyecto de reforma de la Curia Romana. Su pertenencia a este consejo fue renovada el 7 de marzo de 2023.

Liderazgo en Conferencias Episcopales

Antes de asumir roles continentales, el Cardenal Ambongo ya desempeñaba funciones importantes dentro de la Conferencia Episcopal del Congo. Presidió durante ocho años la Comisión Episcopal de Justicia y Paz, y también la Comisión Episcopal de Recursos Naturales.

Su influencia se extendió a nivel continental cuando, en febrero de 2023, fue elegido Presidente del Simposio de Conferencias Episcopales de África y Madagascar (SECAM). Este cargo lo convierte, de facto, en el principal portavoz de los obispos católicos del continente africano.

Compromiso con la paz

Una característica definitoria del ministerio del Cardenal Ambongo, especialmente desde su nombramiento episcopal, han sido sus pronunciamientos en cuestiones sociales, políticas y medioambientales, a menudo asumiendo riesgos personales significativos.

Ha sido una voz destacada en favor de la paz nacional en la República Democrática del Congo. Es descrito como un “apasionado promotor de la justicia social” que se involucra “sin miedo” en la política en nombre de los pobres y los sin voz.

Defendió públicamente a los católicos que organizaban manifestaciones pro-democracia y que sufrieron respuestas violentas por parte de las fuerzas policiales.

Desempeñó un papel crucial en la búsqueda de soluciones pacíficas a las crisis políticas del país, co-presidiendo el diálogo que condujo a los Acuerdos de San Silvestre, los cuales facilitaron la celebración de elecciones en 2018.

Su compromiso con la transparencia electoral lo llevó a desplegar 40.000 observadores católicos durante las elecciones presidenciales de 2019 para limitar la corrupción.

Ha sido muy crítico con procesos electorales posteriores, calificando las elecciones presidenciales de 2023 como un “gigantesco desorden organizado”. Esta postura crítica hacia el gobierno le han valido amenazas.

En defensa del Congo

El cardenal Ambongo condena enérgicamente la explotación de los vastos recursos naturales de la República Democrática del Congo y de África en general. Como capuchino, es un firme defensor del medio ambiente. Su disposición a enfrentarse a los poderes corporativos y a la corrupción gubernamental en este ámbito le ha valido amenazas de muerte.

Ha sido particularmente crítico con las prácticas comerciales de China en Congo y su aparente desprecio por el medio ambiente, llegando a impulsar que este tema se abordara explícitamente en el Sínodo sobre la Amazonía. Su compromiso se refleja también en su participación en foros internacionales como la COP27 en 2022.

Contra la bendición de parejas irregulares

El cardenal Ambongo lideró la respuesta del episcopado africano a la declaración vaticana Fiducia Supplicans, que abría las puertas a las bendiciones a parejas en situaciones irregulares, incluidas las del mismo sexo.

Como presidente del Simposio de Conferencias Episcopales de África y Madagascar  emitió una declaración afirmando que tales bendiciones no se aplicarían en las iglesias africanas, citando el riesgo de escándalo y la incompatibilidad con las normas culturales locales.

Ambongo negoció magistralmente con el Vaticano para obtener una exención de facto para África. Esta acción fue vista como una muestra casi sin precedentes de resistencia episcopal continental a una directiva vaticana y realzó su perfil, especialmente entre prelados más conservadores.

Se le describe como un firme defensor de la familia, del celibato sacerdotal y de la enseñanza moral tradicional de la Iglesia. Ha condenado lo que percibe como “decadencia occidental”.

Este activismo y sus posturas firmes lo convierten en un modelo de liderazgo episcopal profundamente arraigado en las realidades temporales de su pueblo, considerando la justicia social, la estabilidad política y la protección ambiental como partes integrales de su misión pastoral. Sin embargo, esta misma implicación genera conflictos significativos y riesgos personales.

Controversias y desafíos

La franqueza del Cardenal Ambongo le ha generado numerosos desafíos y controversias. Ha recibido amenazas de muerte en varias ocasiones debido a su activismo. En marzo de 2015, declaró públicamente: “Soy una persona en peligro en el Congo”.

En abril de 2024, la tensión con las autoridades congoleñas alcanzó un punto álgido cuando el Fiscal General cerca del Tribunal de Casación ordenó abrir una investigación judicial en su contra, acusándolo de “comportamiento sedicioso que conlleva actos delictivos”, “falsos rumores”, “incitación a la revuelta” y “atentados contra vidas humanas”, en relación con sus declaraciones sobre el prolongado conflicto en el este del país.

El clero de Kinshasa salieron en su defensa, afirmando que sus palabras buscaban despertar las conciencias “por amor al Congo”. Casi simultáneamente, denunció haber sufrido un “trato degradante” en el aeropuerto de Kinshasa mientras viajaba a Roma, a pesar de poseer un pasaporte diplomático.

Habilidad diplomática 

Su perfil, por tanto, está marcado por estas complejidades: tradicional en moralidad pero abierto a ciertas reformas estructurales; leal al Papa Francisco pero capaz de liderar una resistencia continental a una directiva vaticana. Estas tensiones pueden reflejar una respuesta pragmática a contextos diversos, un intento de equilibrar diferentes valores y prioridades (capuchinos, teológicos, pastorales, culturales), o una habilidad diplomática para navegar entre sensibilidades eclesiales y presiones políticas.

 

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