La única losa en todo el mundo
La fe de los inmigrantes escandinavos
En 2018, un árbol desplomado en un paraje cercano a Wawa, Ontario, destapó algo inesperado: un fragmento de roca que había permanecido oculto bajo tierra durante décadas. Allí, sorprendidos, emergieron 255 símbolos rúnicos grabados en una losa de unos 1,2 × 1,5 m, junto a una imagen de un barco con 16 figuras y 14 marcas tipo “X”, según informa National Geographic.
Antiguo alfabeto rúnico
Los símbolos rúnicos son los caracteres del antiguo alfabeto rúnico usado por pueblos germánicos como los vikingos, y más tarde por escandinavos cristianos.
Tras este hallazgo, el Ontario Centre for Archaeological Research & Education (OCARE) se involucró en un exhaustivo estudio. En octubre de 2019, el investigador Ryan Primrose y el runólogo Henrik Williams, de la Universidad de Uppsala, examinaron las inscripciones sobre el terreno. Confirmaron que las runas correspondían al alfabeto Futhark, antiguamente usado por pueblos germánicos, y reconocieron en ellas una versión sueca del “Padre Nuestro” fechada en 1611.
La única losa en todo el mundo
El análisis histórico condujo a una hipótesis: aunque no se trata de una inscripción vikinga, podría haber sido realizada en el siglo XIX por inmigrantes suecos empleados por la Hudson’s Bay Company, que operaba en la región y mantenía personal en el cercano puesto comercial de Michipicoten.
Además, el conjunto no es solo valioso por su longitud —es, hasta ahora, la inscripción rúnica más extensa de Norteamérica— sino también por su contenido: es la única losa conocida en todo el mundo con el “Padre Nuestro” completo tallado en runas.
¿Un lugar de oración?
¿Por qué se grabó allí? ¿Fue un acto personal de fe o parte de un ritual comunitario? El hecho de que la piedra estuviera enterrada intencionadamente antes de la caída del árbol añade otro nivel de misterio.
Las imágenes del hallazgo llegaron a manos de Ryan Primrose y de David Gadzala, del Centro de Educación Arqueológica de Ontario (OCARE), que rápidamente llevaron a cabo un estudio preciso del lugar del descubrimiento.
Sin otros artefactos alrededor del yacimiento, permanece la incógnita de si se trató de un lugar de oración al aire libre o simplemente una labor de devoción personal. Primrose y su equipo han solicitado a la propiedad del terreno un acuerdo de arrendamiento para construir una estructura de protección y abrir la piedra al público como patrimonio histórico.
La fe de los inmigrantes escandinavos
Aunque Williams confesó cierta decepción —esperaba encontrar algo más antiguo— subrayó que la relevancia arqueológica no merma con la edad. “El misterio no se desvanece solo porque sea más joven de lo esperado” .
Hoy, el hallazgo ofrece una nueva ventana a cómo inmigrantes escandinavos pueden haber plasmado su fe y cultura en tierras remotas de Canadá. Una piedra que, aunque no redescubre a los vikingos, sí ofrece un puente entre religiosidad y exploración europea dentro de un paisaje desconocido.
Este descubrimiento no lleva a pensar que un humilde trozo de roca, velado por el tiempo, contiene símbolos que narran un fragmento olvidado de la historia de Ontario: un testimonio de fe grabado en runas por una comunidad muy distinta a la que imaginábamos.