Miguel Tovar, el sacerdote más joven de España (24 años), se ordena este sábado en Murcia
"Ordenarme sacerdote con 24 años es el mayor regalo" Su corazón descansó en el seminario  En el funeral del Papa Francisco  Una experiencia emocionante e intensa Cinco nuevos sacerdotes se incorporan al presbiterio diocesano de Cartagena en las próximas semanas. Uno de ellos es Miguel Tovar, natural de la Torrealta, un pequeño pueblo de Molina de Segura, […]

"Ordenarme sacerdote con 24 años es el mayor regalo"

Su corazón descansó en el seminario 

En el funeral del Papa Francisco 

Una experiencia emocionante e intensa

Cinco nuevos sacerdotes se incorporan al presbiterio diocesano de Cartagena en las próximas semanas. Uno de ellos es Miguel Tovar, natural de la Torrealta, un pequeño pueblo de Molina de Segura, cuna de vocaciones sacerdotales.

"Ordenarme sacerdote con 24 años es el mayor regalo"

"Para comenzar mi testimonio vocacional lo haré usando una palabra: gracias. Le doy gracias al Señor porque poder ordenarme sacerdote para siempre con 24 años, es el mayor regalo que Dios me ha hecho. Un don cuyo mérito es de Dios, porque de entre las muchas cosas que podría haber hecho con 18 años, fue el Señor el que me impulsó a entrar al seminario y a entregarle mi vida a la Iglesia en septiembre de 2019", dice en una entrevista publicada en la web de la diócesis de Cartagena. 

Cuenta que percibió la llamada al sacerdocio por por primera vez a los 13 años. Tras confirmarse, hubo momentos en los que esa llama de la vocación fue más fuerte y momentos en los que fue más floja.

"Mi adolescencia transcurrió de forma normal, con mis amigos, en el instituto, un noviazgo de cuatro años, con una pasión por el fútbol, el deporte y el Real Murcia tremenda. La vocación seguía ahí, pero yo no respondía por dos razones: intentaba buscar la felicidad en otras cosas y por el miedo al qué dirán. Cuando se acercaba el momento de entrar a la universidad, me debatía entre periodismo o la docencia", explica. 

Su corazón descansó en el seminario 

Sin embargo, para él, cuando el Señor llama, "lo hace de verdad e insiste hasta que lo consigue". Y cuando visitó el seminario "su corazón descansó". En su testimonio insiste en que cuando el Señor te llama "puede aparecer el miedo a que Dios te lo va a quitar todo. Y es totalmente al contrario, a lo largo de estos años, he podido comprobar que cuando uno le entrega la vida a Dios, te lo da todo". 

Miguel recuerda sus años de seminario con mucho cariño, al que le debe mucho como la formación, amistades auténticas, "pero sobre todo el haber forjado la identidad sacerdotal y un amor profundo a la Iglesia, pudiéndola conocer en su profundidad. El lema de mi ordenación es “Su misericordia es eterna”.

En el funeral del Papa Francisco 

Este joven diácono, a punto de ordenarse, explica que en el seminario ha podido conocer a la Iglesia en su variedad de carismas y dice que los meses como diácono, junto a la ordenación diaconal, "han sido los mejores de mi vida. Poder ser instrumento de Dios para la gente, en la escucha, en los sacramentos, en la predicación y en el servicio a los demás ha sido un auténtico regalo". 

Uno de esos momentos de felicidad como diácono fue cuando se marchó a Roma, él solo, para asistir en la misa funeral del Papa Francisco en San Pedro del Vaticano. No se lo pensó dos veces y al conocer el día del funeral del Santo Padre compró su billete de avión para volar a Roma y estar presente en la celebración.

Después de varios transbordos y con tan solo una mochila, Miguel llegó a la Vía de la Conciliación y junto a miles de personas estuvo varias horas aguardando hasta que abrieran el paso hacia la plaza.

Una experiencia emocionante e intensa

Al final no solo pudo estar entre los diáconos que participaron en la celebración, sino que también fue uno de los elegidos para repartir la Comunión entre los fieles presentes en la plaza. .

"Poder estar en Roma dos meses antes de ordenarme sacerdote en el funeral del Santo Padre, el Papa Francisco, en la basílica de San Pedro del Vaticano, sin duda fue un auténtico regalo del Señor. Fue una experiencia muy emocionante y muy intensa". 

A punto de ordenarse sacerdote concluye: "Me encuentro con temor y temblor, pero sobre todo con mucha alegría, paz, ilusión y unas ganas inmensas. Como decía al principio, poder unirme al Señor y a la Iglesia con 24 años para siempre es lo mejor que me ha pasado en la vida y gracias a lo cual soy la persona más feliz del mundo". 

 

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