El Santo del día es una reseña diaria de los santos guardados en la memoria de la Iglesia. Historias de maestros de vida cristiana de todas las épocas que como faros luminosos orientan nuestro camino.
San Cristóbal de Licia
Mártir. Siglo III.
San Cristóbal es uno de los santos más conocidos y venerados, aunque mucho de lo que se sabe sobre él procede de tradiciones piadosas más que de documentos históricos. Según la tradición, Cristóbal vivió en el siglo III y fue martirizado en Licia (región del Asia Menor, en la actual Turquía) durante la persecución del emperador Decio o, según otras versiones, la de Maximino Daya.
Su nombre original habría sido Réprobo, y se dice que era un hombre de gran tamaño y fuerza, de origen cananeo. Según una leyenda muy difundida en la Edad Media, deseando servir al rey más poderoso del mundo, Réprobo se puso al servicio de varios señores hasta que comprendió que el verdadero Rey era Cristo. Un ermitaño le enseñó la fe cristiana y le indicó cómo podía servir a Cristo: ayudando a los viajeros a cruzar un río caudaloso.
Réprobo aceptó esta misión y, un día, un niño le pidió que lo llevara en sus hombros. A medida que cruzaban el río, el niño se hacía cada vez más pesado, hasta el punto de parecer que cargaba con el mundo entero. Al llegar a la otra orilla, el niño le reveló: «No solo llevabas al mundo, sino a su Creador. Yo soy Cristo, tu Rey». Desde entonces, Réprobo fue conocido como Cristóbal, que significa «portador de Cristo».
Más tarde, Cristóbal fue apresado por negarse a renegar de su fe y sufrió el martirio. Algunas versiones relatan que fue flagelado, quemado y finalmente decapitado.
San Cristóbal es patrón de los viajeros, transportistas, peregrinos y conductores, y su imagen —con el Niño Jesús al hombro cruzando un río— ha sido colocada tradicionalmente en entradas de iglesias, caminos y vehículos, como símbolo de protección.
San Bianor de Pisidia
Mártir. Siglo IV.
San Bianor fue un soldado cristiano que vivió en la región de Pisidia, en Asia Menor. Fue martirizado junto a su compañero San Silvano (también recordado el 10 de julio) por negarse a sacrificar a los dioses paganos durante la persecución del emperador Diocleciano. Ambos confesaron abiertamente su fe y fueron ejecutados. Sus nombres han quedado inscritos en los martirologios antiguos como testimonio del valor cristiano ante la persecución.
San Silvano de Pisidia
Mártir. Siglo IV.
Compañero de martirio de San Bianor, San Silvano también fue soldado y cristiano. Su martirio demuestra la difusión de la fe cristiana incluso entre miembros del ejército romano. Su fidelidad a Cristo hasta la muerte representa el coraje de los primeros mártires frente al poder imperial.
Santa Amalberga de Tamise
Viuda y religiosa. Siglo VIII.
Santa Amalberga vivió en lo que hoy es Bélgica, probablemente en la región de Tamise, en el siglo VIII. Fue esposa del conde Witger y madre de varios santos, entre ellos Santa Gudula y San Emeberto. Tras la muerte de su esposo, se retiró a la vida religiosa. Es conocida por su piedad, su vida ascética y por haber educado a sus hijos en la fe. Se dice que murió hacia el año 772, y su tumba fue lugar de veneración. Se le atribuyen milagros, y su memoria fue mantenida viva por los monjes benedictinos de la región.
San Apolonio de Sardes
Obispo y mártir. Siglo II.
San Apolonio fue obispo de Sardes, en Lidia (actual Turquía), durante el siglo II. Es venerado como mártir, aunque los detalles de su vida son escasos. Su nombre aparece en varios martirologios antiguos. Fue un pastor fiel en tiempos difíciles, y su martirio habría tenido lugar durante alguna de las persecuciones de los emperadores romanos contra los cristianos. Su testimonio fortaleció la fe de su comunidad.
San Pascario de Nantes
Obispo. Siglo VII.
San Pascario fue obispo de Nantes, en la Galia (actual Francia), en el siglo VII. Fue un pastor celoso y promotor de la vida monástica. Participó activamente en la organización de su diócesis, alentó la caridad y fortaleció la disciplina eclesiástica. Murió hacia el año 680. Su vida fue recogida en escritos hagiográficos que lo presentan como un ejemplo de buen pastor.
San Pedro Vincioli
Abad y restaurador. Siglo XI.
San Pedro Vincioli nació en Spoleto (Italia) en el siglo X. Fue un monje benedictino que dedicó su vida a la reforma monástica y a la restauración de la vida religiosa en Perugia, donde reconstruyó la iglesia de San Pedro, que había sido destruida por los sarracenos. Fue nombrado abad de esa comunidad y se destacó por su caridad, su sabiduría y su celo por la observancia monástica. Murió alrededor del año 1007. El apelativo "Vincioli" alude a los "vínculos" (cadenas) de los que, según la tradición, fue milagrosamente liberado al ser encarcelado injustamente.
Santas Rufina y Segunda, mártires en la via Cornelia
Rufina y Segunda son dos jóvenes cristianas al igual que sus novios, que reniegan a Cristo por miedo a las persecuciones. Entonces ellas se consagran a la virginidad. Mientras los jóvenes, furiosos, las entregan a las autoridades y, en consecuencia, al martirio que se produce alrededor del año 260.
Santas Anatolia y Victoria, mártires
El culto a las dos nobles romanas que se niegan a casarse por haberse consagrado a Dios se remonta a los siglos VI-VII. Los dos aspirantes entregaron sus posesiones en Sabina a Anatolia y Victoria, donde ambas mujeres fueron muy veneradas después de su martirio durante las persecuciones de Decio.
Otros santos y beatos del día
Beato Manuel Ruiz y compañeros
Beata María Gertrudis de Santa Sofía