Es el tema del día. Un gesto inédito que invita a la reflexión.
Hace dos meses que el cardenal Robert Prevost fue elegido papa con el nombre de León XIV, convirtiéndose en el primer pontífice nacido en Estados Unidos. Sin embargo, cuando uno recorre las tiendas de souvenirs en las inmediaciones del Vaticano, no hay rastro de su imagen: ni estampitas, ni llaveros, ni camisetas, nada que le representa. Un hecho sin precedentes en la historia reciente de la Iglesia.
Se trata, como dice la Cope, del primer Papa en la historia con el que ocurre este hecho.
La explicación, según comerciantes y agencias como Efe y Cope es que la Santa Sede no ha concedido aún la autorización oficial para comercializar la imagen del nuevo Papa. Sin ese permiso explícito, cualquier difusión comercial está prohibida. Se trata, como dice una de las entrevistadas del “primer papa en la historia que no da la autorización”.
Es cierto que la Iglesia Católica tiene una larga tradición de evitar la comercialización de la imagen del Papa. Aunque no hay una prohibición explícita sobre la venta de objetos con su rostro, la tradición y la práctica indican una preferencia por la discreción y la modestia. Aunque esto no ha ocurrido con los últimos papas y los comerciantes han podido ganarse su modo de vida (que también es lícito) vendiendo objetos con la imagen de los papas. De hecho, todavía se siguen vendiendo artículos, camisetas, tazas etc. con la imagen de Francisco o de San Juan Pablo II.
Normalmente, con pontífices recientes como Francisco o Benedicto XVI, la autorización llegaba en cuestión de días o una semana después del cónclave. Esta vez no, y el silencio provoca extrañeza y cierto desconcierto entre los turistas y fieles.
Se trata de un gesto simbólico con posibles lecturas. Por una parte, podría ser debido a un acto de discreción y humildad papal, en línea con el estilo del papa Francisco, de quien León XIV se considera continuador. Sin embargo, sí ha permitido el retrato oficial que fue difundido el 16 de mayo.
También podría tratarse de una medida de control estricto de la imagen institucional, que ya en 2017 la Secretaría de Estado había reforzado para evitar usos comerciales indebidos de la imagen papal.
Más que un retraso logístico, puede leerse como un signo de prudencia institucional, coherencia con un estilo humilde y control sobre la iconografía del pontificado.
Y por último, se evita así la idolatría: la venta de artículos con la imagen del papa podría interpretarse como una forma de idolatría, algo que la Iglesia Católica intenta evitar. La atención debe centrarse en el mensaje espiritual y no en la persona del Santo Padre.
Con todo, no deja de ser un hecho inédito, tal vez incómodo para empresas y tiendas cercanas al Vaticano, pero coherente con la lógica de que la imagen papal no sea un producto de consumo, sino un símbolo de autoridad y obediencia.
Aún así, a muchos peregrinos les gustaría llevarse aunque sea la foto oficial de León XIV, y ya que esta foto sí que la ha autorizado León XIV, quizás este elemento podría ponerse a la venta para que los peregrinos se llevarán su imagen a casa y rezarán por él.
Zenón de Elea.